Recurso milenario del centro de México: Los pescados blancos y charales

Escrito por Isaí Betancourt Resendes y Omar Domínguez Domínguez

En la tierra han ocurrido grandes cambios a través del tiempo y lo que hoy vemos es solo el reflejo de esos grandes procesos geológicos ocurridos en el pasado. La región central de México no es la excepción, debido a que ha sido testigo de estos procesos, que generaron una gran complejidad topográfica y un singular mosaico de ambientes diferentes, incluyendo los sistemas acuáticos, manantiales, lagos y sistemas fluviales extensos que se convirtieron en el hogar de muchos organismos.

La mayoría de los peces que habita esta región son endémicos, es decir no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, esto contrasta con la alta tasa de extinción de peces en la región, siendo una de las más altas del planeta. Dentro de los diferentes grupos de peces del Centro de México destaca la presencia de la familia Atherinopsidae (Aterinópsidos), representada por dos géneros, siendo Chirostoma el más característico y abundante, representado por 18 especies conocidas como pescados blancos y charales, los cuales han sido el principal recurso pesquero desde épocas prehispánicas. Un aspecto interesante de estos Aterinópsidos es que tienen un origen marino, atribuido a la invasión de diversos grupos de peces marinos.

 

¿Cómo llegaron al centro de México?

Por muchos años se consideró que el género Chirostoma tenía dos ancestros (uno que llegó del Atlántico y otro del Pacífico), que colonizaron el Centro de México en diferentes tiempos geológicos y evolucionaron de manera independiente. Sin embargo, los nuevos descubrimientos científicos afirman que estos Aterinópsidos comparten un mismo ancestro con otros de origen marino del Atlántico, lo que significa que las especies del Centro de México provienen de un único ancestro.

En la actualidad las especies de Chirostoma las podemos encontrar en el sistema hidrológico Lerma-Chapala y regiones contiguas, sin embargo, solamente Chirostoma jordani y Chirostoma humboldtianum, presentan un amplio rango de distribución, estableciéndose en diferentes tipos de hábitats acuáticos a lo largo de las cuencas del Centro de México, mientras que el resto de las especies tienen una distribución más restringida. El lago de Chapala, el más grande del Centro de México, y el que alberga el mayor número de especies, nueve en total, seis de ellas endémicas a este cuerpo de agua. Mientras que para el lago de Pátzcuaro, quizá el más emblemático de Michoacán, se han registrado cuatro especies, destacando la presencia del pescado blanco de Pátzcuaro (Chirostoma estor).

 

Pero ¿Cómo diferenciamos a los charales del pescado blanco?

La manera más común es por el tamaño. Los charales alcanzan medidas menores a los 150 mm de longitud estándar, aquí se ubican la mayoría de las especies, se alimentan de zooplancton y viven en lagos, ríos, arroyos, riachuelos y manantiales.

Por su parte, los pescados blancos son aquellos que alcanzan medidas de más de 150 mm de longitud estándar, llega alcanzar un peso entre los 200 a 300 g, solo se encuentran en lagos y en etapas juveniles se alimentan de zooplancton mientras que los adultos se alimentan de peces.

Sin embargo, las especies son difíciles de diferenciar incluso para los especialistas, algunos mencionan que esta dificultad se debe a que son especies que evolucionaron de manera muy reciente, otros creen que esto se puede deber a la plasticidad fenotípica que poseen, mientras que otros lo atribuyen a los procesos de hibridación existentes atribuido a la introducción de especies de Chirostoma ajenos al sitio.

Por lo que, el tamaño no es útil para diferenciar a los charales de los pescados blancos en etapas juveniles, por lo tanto, al degustar los deliciosos charales a las orillas de los lagos de Chapala y Pátzcuaro, no tendremos la certeza si son charales o juveniles de pescado blanco.

Con los estudios genéticos recientes realizados en el Laboratorio de Biología Acuática de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se está demostrando que en realidad el número de especies de pescado blanco está sobre estimado, encontrando solo dos grupos genéticamente bien diferenciados: la especie Chirostoma humboldtianum no está ampliamente distribuida como se sugería y que la variación fenotípica es tan amplia en este grupo, que los caracteres que usaban los expertos para diferenciar entre especies son poco útiles.

Sin embargo, aún no alcanzamos a comprender los procesos evolutivos que están ocurriendo en los pescados blancos, no sabemos aún cómo un grupo con elevada variación morfológica tenga escasa variación genética, la cual además tiene correspondencia geográfica.

Estas especies son de gran importancia ecológica, primero porque son peces endémicos del Centro de México, además son parte de la cadena trófica manteniendo la estabilidad en los ecosistemas donde se encuentran, siendo los pescados blancos los depredadores tope en los lagos donde habitan.

Los pescados blancos y charales también tienen una gran importancia cultural, ya que han sido parte de los recursos que las etnias purépechas, nahuas y otomíes han usado como sustento, siendo las pesquerías autóctonas más antiguas en el Centro de México, considerados como el manjar de los dioses, sirviendo como ofrendas por las culturas prehispánicas.

A pesar de su importancia, abundancia y diversidad, las especies están amenazadas por diversos factores, principalmente por la pérdida y contaminación de hábitat, introducción de especies exóticas y sobre-explotación pesquera. El Centro de México es el lugar más poblado de todo el territorio nacional (según datos mostrados en el último censo del INEGI), La industria también se concentran en esta región, por lo que el agua superficial del país, y los cuerpos de agua presentan una fuerte presión que los ha afectados severamente, siendo los principales canales de desecho tanto de la industria como de la agricultura, la ganadería y el drenaje doméstico, por lo que, el alto grado de contaminación y destrucción de hábitat ha propiciado la extinción local de algunas poblaciones de Chirostoma.

 

¿Charales extintos?

Por ejemplo el charal del verde (Chirostoma arge) no ha sido reportado en los diez últimos años. Otra especie extinta es el charal Tarasco (Chirostoma charari), exclusivo del río grande de Morelia, el cual ha sido convertido en la cloaca de la ciudad, y su grado de contaminación es fácilmente percibido a través del desagradable olor y la insalubre vista. O bien el charal Chirostoma riojai restringido a las partes altas del alto Lerma en el estado de México. Estos son algunos de los varios casos que existen en cuanto a desaparición de poblaciones y especies.

Otra causa es la introducción de especies exóticas, considerada como la segunda causa de la pérdida de biodiversidad. En este sentido, por más de 50 años los diferentes órdenes de gobierno han realizado la siembra de peces exóticos en diferentes cuerpos de agua, con fines alimenticios. Las especies invasoras pueden competir por espacio y recursos, o bien depredar a las especies nativas, tal es el caso de la introducción de la lobina negra (Micropterus salmoides) en el lago de Zirahuén, desplazando a Chirostoma estor como el depredador tope, además ha sido la causa de desaparición de diversas especies nativas, incluso de la extinción de un pez vivíparo Allotoca meeki endémico a este lago.

Otro problema es la carpa exótica en el lago de Chapala, en la cual se ha identificado que hasta el 90% de los artículos consumidos son huevos de diferentes especies de Chirostoma. El pescado blanco Chirostoma estor ha sido introducido en presas de la cuenca del Lerma, el cual puede provocar los mismos efectos negativos que cualquier especie traída de tierras lejanas.

La pesca excesiva también es un problema grave para las poblaciones de pescado blanco. En los 80s y 90s las capturas se incrementaron considerablemente, sin embargo en los últimos años la captura de organismos de tallas mayores a 150 mm de longitud ha disminuido para los lagos de Pátzcuaro, Zirahuén y Chapala, esto ha provocado la sobrepesca de los especímenes que incluso no han sido capaces de reproducirse. Además la sobrepesca está afectando los esfuerzos de conservación que han sido escasos así como el conocimiento generado del grupo, incluso algo sorprendente es que ninguno de los miembros del género Chirostoma, a excepción de Chirostoma promelas, se encuentra enlistados en algún estatus de riesgo por la normatividad mexicana (NOM-ECOL-059-94).

En este sentido, los estudios genéticos pueden aportar argumentos tangibles para la conservación de la diversidad biológica, en los últimos años, con la incorporación de estudios de genética de poblaciones, se han podido diagnosticar poblaciones distintas genéticamente, aunque los expertos no las consideren como especies diferentes, si pueden ser catalogadas como linajes diferenciados. Como el caso del charal prieto Chirostoma attenuatum, restringido a los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, que a partir de estudios genéticos realizados en el Laboratorio de Biología Acuática de la Facultad de Biología de la UMSNH, se ha demostrado que cada población representa un linaje evolutivo independiente, por lo que, preservar la diversidad adaptativa y los procesos evolutivos de cada linaje es de gran importancia para la conservación de la diversidad biológica, lo cual debería ser tomado en cuenta en la toma de decisiones para su manejo y conservación.

Para Saber más: 

Barbour C.D. 1973. The systematics and evolution of the genus Chirostoma, Swainson. Tul Stud Zool Bot 19:97-141. 

Miller R.R. 2005. Peces dulceacuícolas de México. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad A. C., El colegio de la Frontera Sur y Consejo de los Peces del Desierto México-Estados Unidos. México, D.F. http://www.biodiversidad.gob.mx/pdf/libros/paguadulceA.pdf 

Barriga-Sosa I. et al. 2005. Inter-Specific variation of the mitocondrial r16S gene among silversides, “Peces Blancos”, (Atherinopsidae: Menidiinae) and its utilization for species identification. Aquaculture 250. 637-651 

Isaí Betancourt Resendes es estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencia Biológicas. 

D.C. Omar Domínguez Domínguez es profesor investigador del Laboratorio de Biología Acuática, ambos de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.