Desenredando el concepto de estrés. ¿Qué significa realmente?

Escrito por Naima Lajud

ARTÍCULO

Desenredando el concepto de estrés. ¿Qué significa realmente?

Naima Lajud
Año 14 / Número 79 / 2025
RECIBIDO: 11/11/2024; ACEPTADO: 28/11/2024; PUBLICADO: 14/02/2025

Resumen

El concepto de estrés, aunque frecuentemente es asociado a experiencias negativas, involucra respuestas hormonales y conductuales. Fue introducido en la década de 1930 por Hans Selye, pero ha evolucionado y actualmente se entiende como una respuesta adaptativa que nos prepara para enfrentar amenazas. La respuesta hormonal aumenta nuestras posibilidades de supervivencia; sin embargo, si el estrés es excesivo o se vuelve crónico, sus consecuencias pueden ser negativas. En este artículo, revisaremos las ideas y los conceptos que dieron origen al concepto de estrés, describiremos la fisiología de la respuesta al estrés en diversas especies de mamíferos y discutiremos si el estrés promueve la supervivencia o si puede llevar a la aparición de diversas patologías.

Palabras clave: Estresor, hormonas, respuesta adaptativa.

Naima Lajud
Investigadora Titular,
Centro de Investigación Biomédica de Michoacán,
Instituto Mexicano del Seguro Social.
Morelia, Michoacán, México.
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¿Qué es el estrés?

La palabra «estrés» es un término que, si bien es ampliamente utilizado en nuestra vida cotidiana y casi siempre con una connotación negativa, pocos nos detenemos realmente a pensar lo que significa y lo que hace en nuestro organismo. Aunque el uso de la palabra estrés en las ciencias naturales es relativamente reciente, ya se empleaba en metalurgia para describir a la fuerza interna que se desarrolla en un material bajo carga externa. En la década de 1930, Hans Selye retomó esta idea y definió el estrés como «una respuesta inespecífica ante cualquier demanda». Sin embargo, esta definición por sí sola no es clara. Para comprenderla plenamente, debemos entender qué implica esa «respuesta» y qué significa esa «demanda». Más importante aún, necesitamos entender cómo fue que Hans Selye llegó a formular el concepto de estrés y sus descubrimientos.

 

 

Robert Sapolsky, un reconocido experto en estrés, relata una historia fascinante sobre Selye. Durante un experimento, Selye administró una sustancia a ratas y observó que desarrollaban úlceras, creyendo inicialmente que había descubierto un agente que causaba la enfermedad. No obstante, el experimento fracasó cuando Selye se dio cuenta de que las ratas del grupo control, que no recibían la sustancia activa, también presentaban úlceras. Selye se dio a la tarea de tratar de entender por qué pasaba esto y descubrió que su torpeza al manipular a los animales era la causa. Así, comenzó a someter a las ratas a una variedad de estímulos, observando que, independientemente del tipo, los animales siempre mostraban la misma «respuesta inespecífica». De forma similar a lo que ocurría con el concepto de estrés en los metales, los organismos mostraban una «fuerza interna» cuando se le somete a una carga externa.

Selye se basó en la idea de Walter Cannon, quien había trabajado con pacientes con lesiones hemorrágicas durante la Segunda Guerra Mundial y había descubierto que las catecolaminas, como la adrenalina, participaban en la respuesta ante el shock. No obstante, Selye fue el primero en reconocer que había otras hormonas involucradas en esta respuesta. También denominó «estresores» a los agentes que desencadenaban el estrés y logró vislumbrar algunas contradicciones biológicas en esta respuesta. Su última gran contribución fue la distinción entre el estrés negativo, al que llamó «distrés», y el estrés positivo, al que denominó «eustrés».

Como ocurre con todo en la ciencia, el concepto de estrés ha cambiado y evolucionado conforme más hemos aprendido. Aunque algunas ideas de Selye, como el concepto de eustrés, se siguen utilizando en algunas disciplinas, en el campo de las neurociencias, han caído en desuso. Actualmente, el estrés se define como «una serie de respuestas fisiológicas y conductuales que se activan en respuesta a una amenaza a la homeostasis del organismo». Este concepto incluye a la respuesta neuroendocrina al estrés y a comportamientos como la ansiedad, el miedo o la ira, y las respuestas de «enfrentamiento o huida».

 

¿Cómo responden los organismos al estrés?

La respuesta al estrés se origina en el cerebro, el cual detecta la presencia del estresor, ya sea físico (como una herida) o psicológico (como observar a un depredador). Estos estímulos activan una región situada en la base del cráneo llamada hipotálamo y desencadenan una especie de carrera de relevos en la que diferentes glándulas del cuerpo se «pasan» el mensaje de una a otra para culminar en una respuesta organizada. La respuesta al estrés tiene dos componentes: uno rápido, coordinado por el sistema simpático-adrenal; y otro lento, coordinado por el eje hipotálamo-hipófisis-glándulas suprarrenales (eje HHA).

En el primer relevo, el hipotálamo libera hormona liberadora de corticotropina (CRH) a la circulación sanguínea. Curiosamente, la CRH actúa tanto como una hormona que se libera en la sangre, como un neurotransmisor. La CRH viaja por el torrente sanguíneo hasta llegar a una glándula llamada hipófisis, donde tiene lugar el segundo relevo. Allí, se produce la liberación de adenocorticotropina, que viaja por todo el cuerpo hasta alcanzar a las glándulas suprarrenales. En el tercer relevo, las suprarrenales producen unas hormonas llamadas glucocorticoides. El glucocorticoide más famoso es el cortisol, aunque existen otros que cumplen funciones similares en distintas especies.

 

¿Qué pasa cuando el estrés es demasiado?

La activación de la respuesta al estrés es un mecanismo adaptativo seleccionado por la evolución para ayudarnos a sobrevivir emergencias. Este sistema de alarma se activa cuando nuestro organismo enfrenta una amenaza, preparándonos para contender con ella.

Robert Sapolsky, usa la metáfora de la cebra y el león para ilustrar este fenómeno. Imaginemos que somos una cebra y nos damos cuenta de que hay un león acechando en la sabana. Nuestro cuerpo activa una serie de respuestas que pueden, ya sea, ayudarnos a enfrentar al león (aunque esto probablemente no sea la mejor idea para una cebra) o escapar corriendo. La respuesta al estrés coordina las funciones del organismo para maximizar nuestras posibilidades de sobrevivir.

Es así como la adrenalina y los glucocorticoides hacen que el corazón lata más rápido, asegurando que la energía y el oxígeno lleguen rápidamente a los músculos. También promueven la liberación de energía almacenada en el hígado. Además, la CRH ayuda a enfocar la atención, permitiéndonos reconocer el mejor camino para escapar. También se redirigen los recursos del cuerpo hacia la supervivencia, apagando funciones no esenciales. Como explica Sapolsky, si estás a punto de convertirte en el almuerzo de alguien, no es el momento de preocuparte por digerir tu propio desayuno.

Pero, ¿qué pasa cuando el estrés es demasiado? Hans Selye identificó que la activación de los sistemas del estrés también puede ser perjudicial, y le llamó la «fase de agotamiento». Hoy entendemos que la cualidad adaptativa o maladaptativa del estrés, depende principalmente de su duración. A diferencia de las cebras, que no enfrentan leones con frecuencia, los humanos tenemos una imaginación rica y un sistema social complejo que nos hace vulnerables a imaginar situaciones estresantes. Así, pasamos nuestras vidas pensando que el tráfico, el trabajo o la falta de aceptación social son nuestros propios leones, manteniéndonos en un estado crónico de estrés.

Los organismos no pueden vivir con una alarma encendida todo el tiempo, y es aquí donde aparece la fase de agotamiento. Existe una relación directa entre los efectos adaptativos de la respuesta aguda al estrés y las patologías que pueden desarrollarse a largo plazo. La movilización de glucosa y el aumento del flujo sanguíneo son útiles a corto plazo, pero crónicamente pueden causar diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, desactivar los sistemas de recompensa puede causar depresión y ansiedad. De tal forma que, desde las neurociencias, ahora más que eustrés o distrés, consideramos a los efectos del estrés dependiendo de su duración.

 

 

¿Todos los organismos responden igual al estrés?

El concepto de estrés fue desarrollado inicialmente para describir un sistema que existe principalmente en los mamíferos y que requiere la activación del eje hipotálamo-hipófisis-glándulas suprarrenales. En organismos que no poseen este eje, la respuesta al estrés se manifiesta a través de mecanismos distintos. En invertebrados, la respuesta al estrés se regula mediante hormonas como la ecdisoma. En los peces y anfibios, la respuesta involucra la liberación de glucocorticoides, pero a través de un sistema diferente: eje hipófisis-interrenal.

El estudio de la respuesta al estrés en animales silvestres ha sido un desafío, principalmente debido a la falta de valores de referencia de las hormonas del estrés. Los glucocorticoides son hormonas que participan en varias funciones, como la regulación del ciclo circadiano o el metabolismo. Estas hormonas funcionan uniéndose a dos tipos de puertas o cerraduras celulares llamadas receptores: los tipos 1 (MC) y 2 (GC). Los glucocorticoides prefieren ocupar los MC antes que los GC, de modo que, cuando los organismos están en reposo, las concentraciones de glucocorticoides en sangre son bajas. Solo cuando los niveles superan las concentraciones normales, ocupan todos los sitios de los MC y comienzan a activar los GC.

Debido a limitaciones inherentes a los muestreos en animales silvestres, es difícil obtener mediciones en reposo. Por lo tanto, no podemos determinar si los niveles evaluados son lo suficientemente altos como para ocupar los receptores GC. Esto ha llevado a muchos estudios erróneos donde se interpreta la mera presencia de hormonas como una señal de «estrés ambiental», sin considerar su verdadero contexto fisiológico.

A medida que avanzamos en la comprensión del estrés, observamos que los organismos responden de manera diversa. Esto resalta la necesidad de considerar el contexto y la duración del estrés, en lugar de clasificarlo solo como positivo o negativo. También, es importante considerar que el estrés y la activación de la respuesta al estrés son mecanismos evolutivos que han permitido sobrevivir a las especies durante milenios.

Aunque los efectos de la exposición crónica al estrés en la salud humana son innegables, es fundamental recordar que la evolución prioriza la supervivencia de la especie sobre el bienestar individual. Comprender los mecanismos detrás de la respuesta al estrés es esencial para desarrollar estrategias que nos ayuden a manejarlo de manera saludable y prevenir sus efectos nocivos a largo plazo.

Sapolsky R. Estrés. (2008). Retrato de un asesino [Archivo de Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=ISNJ8O9cFeg

 

McEwen B. y Sapolsky R. (2006). El estrés y su salud. The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 91(2), E1-E2. https://doi.org/10.1210/jcem.91.2.9993

 

OMS. (2023). Estrés. Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/es/news-room/questions-and-answers/item/stress

 

OPS. (2020). En tiempos de estrés, haz lo que importa: Una guía ilustrada. Organización Panamericana de la Salud. https://www.paho.org/es/documentos/tiempos-estres-haz-lo-que-importa-guia-ilustrada