La arquitectura se viste de verde con muros vivos

Escrito por Emmanuel Alejandro Zapata Padilla y Alejandra Guadalupe Villegas Pañeda

Conforme las ciudades crecen, las áreas verdes desaparecen. Sin embargo, sobre el gris de la urbe es cada vez más común ver manchas verdes en las paredes de lo ya construido o en nuevas edificaciones. Estas manchas son los muros vivos o fachadas verdes que aportan múltiples beneficios en lo estético y en lo ambiental. En este artículo los desarmamos en sus componentes y exploramos sus beneficios.

La ciudad nos engulle

Los muros de las edificaciones de concreto proliferan rápidamente frente a nosotros. La expansión de las ciudades va con tal rapidez que en el mundo se estima que dos terceras partes de la población se concentrará en áreas urbanas en 2050. México ya supera esa predicción y la expectativa es que, en solo diez años, más del 80 % de los mexicanos vivirá en la urbe.

El crecimiento de las ciudades y la planeación deficiente de las áreas urbanas, llevan consigo la desaparición de espacios verdes, la inevitable pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación de los recursos naturales, el alto consumo energético, la emisión de grandes cantidades de residuos, la desregulación de la temperatura ambiental, la contaminación del aire, la contaminación por ruido y la visual.

Por si fuera poco, la pérdida de espacios verdes en la urbe afecta la salud física y mental de sus habitantes. Precisamente, un indicador de la calidad de vida en las ciudades es la superficie de áreas verdes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera aceptable un área verde mínima de 9 m2 por persona. La Ciudad de México cuenta con 15 m2 por habitante, pero si consideramos únicamente las zonas arboladas y accesibles, esa cifra se reduce a menos de la mitad. En otras ciudades la situación es más grave. Tijuana, por ejemplo, ofrece solo 0.44 m2 de superficie verde por habitante.

 

El verde vuelve lentamente a las ciudades

Algunas manchas verdes de vegetación sobre los muros surgen ahora desafiando la invasión del concreto y van tomando espacios para solucionar algunos de los problemas ambientales que enfrentan las ciudades. Los muros verdes son superficies verticales que albergan vegetación natural con una función ornamental y ambiental.

En 1980, el botánico francés Patrick Blanc, pionero de los jardines verticales contemporáneos, cambió por completo la percepción de los espacios arquitectónicos, al lograr obras majestuosas que revisten los edificios con una piel vegetal. En la actualidad, las naciones adoptan este tipo de conceptos de arquitectura verde y sustentable.

 

Muros verdes

Los muros verdes o jardines verticales pueden ser muros vivos (biomuros) o fachadas verdes, la diferencia radica en cómo las plantas viven en la estructura. Los muros vivos son sistemas autosuficientes en el interior o en el exterior de un edificio y consisten en una estructura externa que alberga la vegetación, donde las plantas reciben el agua y los nutrientes del propio soporte vertical. Los muros vivos se clasifican en muros continuos o modulares: los primeros logran mantener las plantas mediante pantallas ligeras y permeables, mientras que los modulares utilizan contenedores para lograrlo, ya sea maceteros, bolsillos textiles u otros recipientes.

Las fachadas verdes, por otro lado, están constituidas generalmente por plantas trepadoras (como los muros de hiedra); estos sistemas soportan la vegetación a través de arreglos de cables o mallas.

Fotografía de Emmanuel Zapata. 

Armando un muro vivo

Es posible crear un muro vivo a partir de uno existente de ladrillo o block añadiendo soportes de algún material resistente, como el metal, los cuales queden anclados en el muro y forman una cuadrícula para colocar todos los elementos y que estos puedan mantenerse. Entre los componentes se debe considerar un aislante térmico entre la estructura del muro y la vegetación para evitar la humedad, para lo cual se pueden utilizar materiales reciclables como cartón de 6 mm, aluminio o Tetra Pak. Sobre los soportes y la membrana impermeable debe existir una estructura que mantenga firme al sustrato y las plantas, por ejemplo, macetas, mallas o textiles.

En un biomuro, las plantas viven directamente en el muro sobre un medio de crecimiento (sustrato) que las soporta y les permite anclar sus raíces. Para cuidar la edificación, el sustrato debe ser liviano, por lo cual, se utilizan materiales como fibra de coco, cascarilla de arroz y de musgo sphagnum, componentes orgánicos ligeros que retienen la humedad y se descomponen lentamente. Estos se combinan con otros inorgánicos, como perlita y vermiculita (silicatos de aluminio con algo de calcio y magnesio) que, además de su ligereza, proporcionan porosidad al medio.

Las plantas que visten un muro vivo deben seleccionarse cuidadosamente. La opción ideal es el uso de especies nativas de la región, ya que conservan los rasgos de adaptación natural, pues están hechas al clima y al agua disponible que llueve en la zona, por lo que los requerimientos para su mantenimiento serán pocos, además de que promueve el sostenimiento de la diversidad vegetal de la región. En el abanico de posibilidades para vestir un muro, pueden incluirse especies en peligro de extinción. México, dada su riqueza biológica, ofrece un catálogo amplio de especies vegetales, entre ellas crasuláceas, cactáceas y helechos (solo por nombrar algunas familias), cuyos colores y formas inspiran la creatividad para un diseño vibrante.

Proveer a las plantas del agua necesaria es la función del sistema de irrigación en el muro vivo, que no es más que la tubería o manguera que distribuye el agua a toda la superficie. Cuando se trata de interiores, el agua excedente del riego debe recuperarse con una canaleta en la parte inferior para ser reutilizada. Algunos muros son tecnificados con sensores, ventiladores, motores y filtros para aumentar su rendimiento en la purificación del aire; otros utilizan sensores de humedad para tecnificar el riego, pero la mayoría no contempla estas tecnologías por el costo que conllevan.

  

Beneficios de los muros verdes

Los muros vivos además de ser bellas acuarelas verdes a nuestra vista, aportan beneficios importantes como la disminución de la isla de calor, la reducción del ruido urbano, la regulación de la temperatura, la limpieza del aire y la posibilidad del tratamiento de agua contaminada.

A pesar de lo que pudiera sugerir su nombre, la isla de calor no es un fenómeno agradable, pues consiste en el aumento de la temperatura del aire en las ciudades debido al calor absorbido y luego liberado por el concreto de los edificios. La vegetación de los muros vivos puede regular este efecto a través de dos mecanismos: las plantas producen sombra que protege de la radiación directa del sol y, por otro lado, refrescan el ambiente por el proceso de evapotranspiración con la liberación de agua al aire circundante. Un muro vivo refresca la superficie externa del edificio y también la temperatura interior porque el sistema vegetal funciona como un aislante de la temperatura externa.

El ruido es algo inevitable en las ciudades, pero se ha demostrado que los muros vivos tienen también un buen efecto en la absorción de sonido, la cual dependerá de la cobertura y densidad de plantas en el muro, silenciando hasta tres decibeles el ruido urbano. Asimismo, la calidad del aire mejora sustancialmente ya que las plantas, a través de la fotosíntesis, utilizan la radiación solar para crear energía en forma de glucosa a partir de dióxido de carbono y agua, aportando al ambiente el oxígeno que respiramos. Además, las plantas del muro vivo y los microorganismos que las acompañan, quitan y transforman diversos contaminantes del aire, funcionando como filtros, limpiándolo de sustancias como los denominados compuestos orgánicos volátiles (COV’s).

Hablando de filtros, existe la posibilidad de utilizar los muros verdes como sistemas naturales de limpieza de agua, por ejemplo, para el tratamiento de aguas grises (aquellas que contienen sustancias jabonosas y restos orgánicos procedentes, habitualmente, de las duchas y lavabos). En este caso, el sustrato y la vegetación pueden funcionar como filtros físicos y biológicos para retener componentes contaminantes del agua y mejorar su calidad. Finalmente, el agua puede ser reutilizada para actividades secundarias en el hogar o en los edificios, como las descargas del inodoro, el lavado de ropa o para la limpieza.

El valor estético y la influencia positiva en nuestra salud mental son otros beneficios de los muros verdes. Se ha comprobado que el bienestar mental de los ciudadanos mejora con la presencia de áreas verdes, ya que ayudan a disminuir la fatiga y el estrés mental.

A pesar de todo lo bueno, los costos elevados de instalación, el constante mantenimiento que requieren las plantas durante su crecimiento y los posibles problemas de humedad en las edificaciones debidos a un mal manejo, son algunas posibles desventajas de estos sistemas. Sin embargo, estas pueden reducirse al mínimo con un plan integral dentro del ciclo de vida del muro.

 

Fotografía de Emmanuel Zapata.  

Bonells J.E. (2018). Muros verdes y jardines verticales. Jardines sin frontera. https://jardinessinfronteras.com/2018/02/02/muros-verdes-y-jardines-verticales/

 

Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México. (2021). Muros verdes: creatividad y experimentación biológica. http://www.ecologia.unam.mx/web/index.php/22-nuestro-trabajo/216-muros-verdes-creatividad-y-experimentacion-biologica

 

Rendón Gutiérrez R.E. (2010). Espacios verdes públicos y calidad de vida. Sexto Congreso Internacional Ciudad y Territorio Virtual. https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2099/12860/07_Rendon_Rosa.pdf

 

Emmanuel Alejandro Zapata Padilla. Pasante de Ingeniería Civil adscrito a la Unidad de Investigación Multidisciplinar de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Acatlán Contigo.

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Alejandra Guadalupe Villegas Pañeda. Maestra en Ciencias Químicas y Química Farmacéutica Bióloga, Universidad Nacional Autónoma de México, Responsable del Laboratorio Institucional de Química de El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Chetumal.

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