Todos necesitamos de mamá, ¿y papá?

Escrito por Ana Karen Limón-Vázquez y Blandina Bernal-Morales

¿Por qué necesitamos el cuidado de nuestros padres?

Cuando nacemos necesitamos recibir protección, alimento, aseo y atención de nuestros padres. En los humanos, estas atenciones son principalmente brindadas por la madre, y ocasionalmente por el padre, pero ¿Qué pasa con los animales? ¿A ellos quién los cuida? ¿Papá, mamá o ambos?

El cuidado parental se refiere a las acciones de protección, cuidado y sustento de los padres con la finalidad de satisfacer las necesidades de los hijos en las primeras etapas del desarrollo, en las cuales se encuentran en condiciones vulnerables. El cuidado parental es una conducta común en aves y mamíferos que asegura su supervivencia, también se observa, aunque en menor proporción, en insectos, anfibios, peces o reptiles. En todas las especies de mamíferos el cuidado parental es principalmente brindado por la madre y en ocasiones colabora el padre, en las aves es frecuente observar que ambos padres cuidan de sus crías, mientras que en los invertebrados —cuando se presenta esta conducta— la realizan las hembras, por el contrario, en los peces se observa frecuentemente en los machos.

 

¿Hay hijo preferido?

La pareja de padres se reproduce satisfactoriamente cuando sus genes se transmiten a las futuras generaciones, aumentando su descendencia a lo largo de su vida. Como ves, el cuidado parental es una conducta que compromete por completo a los progenitores con una gran inversión de energía, tiempo y recursos en las crías, por ello se debe valorar la importancia de invertir en ellas y limitarse a la reproducción futura. Así, el interés por un solo hijo reduce el cuidado que se le puede brindar a los demás hijos tanto en el presente como en el futuro. Por esta razón Robert Trivers en 1972, definió el término de la «inversión parental» como cualquier tipo de inversión del progenitor en un hijo que ayude a incrementar la supervivencia (éxito reproductivo), aunque esto influya en la descendencia futura.

Dado que los padres evalúan si los beneficios de la inversión en las crías actuales son mayores para sacrificar el éxito reproductivo futuro, ellos invierten el mismo cuidado en todos sus hijos, porque genéticamente el parentesco es el mismo. Pero no es raro que el cuidado parental pueda generar conflictos entre los miembros de la familia, por ejemplo, el conflicto padre-madre que cuestiona cuánto cuidado debe brindar cada padre a sus hijos, el conflicto hermano-hermano que cuestiona cuánto cuidado debe demandar cada hijo, y el conflicto padre-hijo que cuestiona cuánto cuidado deben brindar los padres y cuánto cuidado deben demandar los hijos.

El tiempo del cuidado parental puede ser limitado, pero en algunas especies puede extenderse por años. También varía dependiendo del tamaño de las camadas, por ejemplo, cuando solo hay una cría, el cuidado parental será exclusivo para ella; sin embargo, cuando hay más de una cría, los recursos lo reciben todos y el cuidado será menor.

Los padres invierten tiempo, energía y dedicación al cuidado parental en función de la capacidad de adaptación autónoma al ambiente en el que se desarrollan las crías, y dependiendo de ello, se les categoriza como altriciales o precociales. Las crías de especies altriciales dependen totalmente del cuidado parental para poder desarrollarse, debido a que nacen con los conductos auditivos y párpados cerrados y una limitada actividad locomotriz. Por el contrario, las crías de especies precociales nacen con una maduración mayor que les permite moverse y ser relativamente independientes, por lo cual, el cuidado parental que reciben es limitado.

 

¿Mamá o papá? ¿Quién cuida más?

Digamos que en el cuidado parental los progenitores comparten el mismo interés: la supervivencia de la descendencia. Sin embargo, el material genético de cada uno es diferente, y además pareciera que hay una competencia en la reproducción. Los padres inician su esfuerzo parental desde la producción de células reproductoras, las hembras producen óvulos que son células caracterizadas por ser inmóviles, de gran tamaño y con un alto contenido de nutrientes, mientras que los machos producen una gran cantidad de espermatozoides y se encargan de la fecundación.

Si lo vemos desde el punto de vista de la conducta, si bien las hembras son las que aportan los nutrientes a las crías durante la gestación y la mayor carga del cuidado parental lo realizan por diversas razones, como la fertilización interna, la gestación prolongada, el amamantamiento, el desarrollo prolongado de la infancia, etc., los machos realizan otras actividades que también contribuyen en el éxito reproductivo de las crías. Los machos cortejan, dan regalos nupciales, preparan nidos o madrigueras, defienden el territorio, incluso ofrecen su propio cuerpo como alimento para la hembra; sin embargo, también ocurre que cuando el macho no tiene certeza de su paternidad reduce su cuidado parental, e incluso comete infanticidio.

El tipo de sistema social en el que los individuos se reproduzcan también influirá en quien realice el cuidado parental. Existen diversos sistemas de apareamiento, entre ellos la poligamia, en donde un individuo se reproduce con diversos individuos. Dentro este sistema hay dos subtipos: la poliginia donde un macho se aparea con más de una hembra y es frecuente observar que el cuidado parental solo lo realizan ellas. Por el contrario, en el subtipo de la poliandria —que es poco frecuente—, la hembra se aparea con más de un macho y son ellos quienes realizan el cuidado parental. El otro tipo de sistema de apareamiento es la monogamia, que consiste en que las hembras y los machos crean vínculos estables que los hace permanecer juntos, al menos durante la temporada de reproducción, donde ambos padres realizan el cuidado de sus descendientes.

Para entender las conductas del cuidado parental, te damos a continuación algunos ejemplos, a modo de datos curiosos: 

-La competencia entre hermanos puede conducir a agresiones mortales, por ejemplo, en la garza blanca (Ardea alba) cuando las condiciones ecológicas no permiten la crianza de los hijos, los polluelos mayores monopolizan el alimento mediante agresiones letales a sus hermanos de menor peso. 

-Los elefantes (Elephantidae) por su gran tamaño requieren de mucho tiempo de cuidado parental, que puede extenderse hasta por diez años. Sus crías al nacer reciben cuidados de toda la manada matriarcal, pero por ser totalmente dependientes quedan en peligro cuando ocurre algo malo en la manada. 

-Las tortugas marinas (Chelonioidea) nunca conocen a su descendencia ya que la madre sale del mar, crea un nido en la playa y desova cientos de huevos, los cubre con arena y se marcha. Meses después, eclosionan los huevos y las crías se sumergen en el mar, teniendo solo un 30 % de supervivencia.

-Los machos del león africano (Panthera leo) matan a los cachorros que no son sus hijos, facilitando que las hembras vuelvan a estar en fase de reproducción y aseguran así su paternidad. 

-Tanto el macho como la hembra del murciélago frugívoro de Dayak (Dyacopterus spadiceus), poseen glándulas mamarias desarrolladas que les permiten producir leche para amamantar a sus crías. 

-Las hembras dominantes de los suricatos (Suricata suricatta) obligan a los subordinados a cuidar de sus crías, las cuales permanecen en la madriguera con las «niñeras» quienes les proporcionan cuidado y alimento hasta los tres meses de edad.

-Las crías de araña de la especie (Stegodyphus dumicola) se comen a sus madres cuando nacen, efecto conocido como matrifagia. Las hembras que no lograron aparearse son las que se encargan del cuidado de las crías.

-Las ranas macho de la especie (Limnonectes palavanensis) transportan y cuidan a sus renacuajos en su espalda, sacrifican su alimentación por días y pierde el interés por aparearse.

-Los caballitos de mar machos (Hippocampus) poseen en la parte delantera del abdomen una bolsa similar a un útero en donde la hembra coloca huevos para su fecundación, al término de la gestación que dura entre 14 y 20 días, los machos paren cientos de crías. Las parejas de caballitos de mar duran juntas toda su vida.

-En los pingüinos (Aptenodytes forsteri), después de que la hembra pone un único huevo, se marcha para alimentarse y a su regreso poder alimentar al polluelo, mientras tanto, el macho empolla el huevo hasta su eclosión, esperando el regreso de su amada.

No cabe duda de que el cuidado parental es una conducta de gran importancia que la mayoría de los individuos realizan para que las crías puedan desarrollarse satisfactoriamente, incluye una variedad de aportaciones por parte de ambos padres o en ocasiones solo por parte de uno de ellos, incluso sin obtener beneficios propios. El cuidado parental puede ser diferente si lo realiza mamá o papá, se entiende que los padres del sexo masculino no produzcan esos cambios hormonales propios de la gestación y el parto; sin embargo, experimentan otros procesos que pueden provocar que el cuidado parental sea exitoso.

 

Para Saber más: 

Carranza Almansa, J. (2002). La evolución del cuidado parental. En Evolución: la base de la biología, España, Editorial Proyecto Sur, Capítulo 10, pp. 193-212.

http://sesbe.org/sites/sesbe.org/files/recursos-sesbe/evol_cuid_parent.pdf

 

Garibay, P. L. y Contreras, H. G. (2009). Cuidar, invertir: la economía de la vida. La Ciencia y el Hombre, 22(1), s.p.

https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol22num1/articulos/curiosidades/index.html

 

Peláez del Hierro, F., Fidalgo de las Heras, A., Sánchez Rodríguez, S. M. y Caperos Montalbán, J. M. (2014). Etología del cuidado parental: evolución, conducta y mecanismos. En Etología: la ciencia del comportamiento animal, Barcelona, Editorial UOC, Capítulo VIII, pp. 378-419.

https://repositorio.uam.es/handle/10486/680464

 

Ana Karen Limón-Vázquez. Estudiante de Doctorado en el Posgrado en Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

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Blandina Bernal-Morales. Investigador TC. Laboratorio de Neurofarmacología, Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

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