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Año 14 / Julio - Agosto/ No. 82 U.M.S.N.H.
nos persiguen: la respon-
sabilidad del creador, los
límites del conocimien-
to, la soledad de lo dis-
tinto. Desde entonces,
autores como Verne,
Wells, Asimov o Le Guin
dialogan con ella, reco-
nociendo en Shelley una
madre fundadora.
En este sentido, no
sorprende que Del Toro
se haya sentido atraído
por esta historia. Su cine
siempre ha girado en
torno a los monstruos,
pero no para condenar-
los, sino para reivindicar-
los.
• En Cronos (1993), el
vampirismo es deseo
de vivir.
• En El laberinto del
fauno (2006), la fan-
tasía protege a una
niña de la brutalidad
franquista.
• En La forma del agua
(2017), la criatura es
inocente y el verda-
dero monstruo es el Con Frankenstein, Del Toro dialoga directa-
hombre que la maltrata.
mente con Shelley, Poe y Lovecraft, pero lo hace
desde su propia raíz latinoamericana: con barro-
Para Del Toro, la monstruosidad real no está quismo, sensibilidad popular, memoria histórica y
en las criaturas deformes, sino en la crueldad, en la un profundo humanismo. El gótico, en sus manos,
ambición y en el abuso de poder. Su estética bar- deja de ser europeo para convertirse en un lenguaje
roca —colores saturados, decorados recargados, universal de emoción y crítica.
contrastes de luz y sombra— convierte a sus pelícu- Por todo esto, me declaro impaciente. Aun
las en cuentos oscuros donde la compasión siempre sin verla, me atrevo a recomendarla. Porque sé que
se abre paso. Los fantasmas y seres extraños de su Guillermo del Toro, con su mirada ética y su pasión
filmografía no son villanos: son memorias, vícti- por los monstruos, nos recordará algo esencial: que
mas, símbolos de lo reprimido.
lo más humano puede encontrarse en lo monstruo-
so… y que, al final, los verdaderos monstruos pode-
mos ser nosotros mismos.
Coordinación de la Investigación Científica 99