La Ciencia en el Cine

¿Cuándo el futuro nos alcance?

Escrito por Horacio Cano Camacho

La ciencia ficción (CF) es un género cuyo  nombre no termina de convencer a todos. El epíteto “ciencia ficción” puede llevar a confusión a muchos con el hecho de que se trata de literatura, no de ciencia. El nombre se lo dio el escritor y editor Hugo Gernsback en la revista Amazing Stories (Historias maravillosas) en 1926 cuando indicaba que “las historias publicadas en su revista se basan en relatos de Scientifiction…”

La CF es una literatura formada por narraciones en las que el elemento principal es la especulación imaginativa. Un pregunta constante es ¿qué pasaría si…? La CF es una narrativa eminentemente especulativa que, junto a nuevas alternativas en el mundo de las ideas, incorpora el “sentido de lo maravilloso”, la inevitable sorpresa del lector ante los nuevos mundos, personajes, sociedades que el género propone.

De manera que la CF no pretende generar conocimiento, incluso muchas veces trata sobre temas y elementos contrarios a la ciencia, pero el hecho de que la ciencia nos niegue estas posibilidades no impide que sea factible especular sobre ellas u otras parecidas… Y aquí es donde radica su mayor atractivo. Tanto la literatura de ciencia ficción, como sus derivados (el cine, la televisión, los videojuegos) tratan de envolvernos con sus historias. Y son precisamente las maravillas las que atraen a los jóvenes que se interesan fácilmente por su temática y contenidos, encontrando en sus contactos con la ciencia ficción motivos de diversión al tiempo que suscitan una reflexión original y prometedora.

De manera que en esta sección de Saber Más frecuentemente hablamos de películas de este género, por la posibilidad de usarlas de pretexto para introducirnos en el mundo de la ciencia, además de hacernos pasar muy buenos ratos. El poder de reflexión que puede generar en el auditorio es considerable.

Así llegamos a la película que hoy tratamos: GATTACA del director Andrew Niccol. Niccol es un cineasta de Nueva Zelanda que se dedicaba a crear comerciales hasta que saltó a la fama como guionista en Hollywood. Sus textos fueron muy bien acogidos y llevados al cine por directores famosos como en La terminal, The Truman Show, El señor de la guerra, Simone, etc. En 1997 logró cierto éxito como director con su primera película GATTACA, una distopía centrada en la ingeniería genética en una sociedad futura.

Niccol ha tenido como director una carrera irregular, con películas buenas a secas y algunos bodrios. Pero podemos trazar una tendencia o por lo menos un estilo en su quehacer: El impacto de la tecnología en la vida de la gente. Y es una visión pesimista. Su visión y muchos de sus temas fueron retomados luego por Black Mirror, la serie anti tecnológica que ya hemos comentado en Saber Más.

Nicol no es un especialista en biología molecular o ingeniería genética, pero de alguna manera logró, en GATTACA, recrear muchos de los miedos sociales a las aplicaciones de la biología molecular. Esta disciplina de la biología trata del estudio de todos los procesos que le acontecen a nuestras células en su nivel más básico, la información. Los seres vivos somos el resultado de reacciones químicas. Miles de compuestos sencillos son transformados en moléculas más complejas que nos construyen y la energía que se requiere para producirlas viene también de la conversión química de estas moléculas. La vida puede definirse como un sistema químico autosostenible capaz de evolución darwiniana, en términos más estrictos como la conjunción de información y energía.

La información que soporta la vida está representada por un grupo de macromoléculas muy sencillas llamadas ácidos nucleicos, el ácido ribonucleico (ARN) y el desoxirribonucleico (ADN). Todo lo que nosotros somos, anatómica, funcionalmente e incluso en comportamiento está contenido y es dirigido por estas moléculas (los famosos genes), de manera que para alterar de una manera “estable” y heredable una cualidad resulta indispensable modificar la información genética, es decir, la contenida en el ADN.

GATTACA trata de un futuro en donde podemos modificar (editar) a elección las cualidades de cualquier persona luego de su concepción, modificando por encargo sus genes. De manera que la sociedad va dividiéndose entre los humanos que eligieron adecuadamente su combinación genética de los que no lo hicieron y dejaron al puro azar (como ocurre en la naturaleza) esta misma combinación. Esta elección de nacimiento genera una élite de humanos empoderada y excluyente de personas “perfectas” en su anatomía, fisiología y resistencia frente a las enfermedades.

El nombre de la película no tienen sentido alguno, y solamente hace referencia a una secuencia cualquiera del ADN formado por la combinación de más de tres mil millones de “ladrillos” de guanina (G), adenina (A), timina (T) y citosina (C) y es un guiño a la manipulación del material genético en una época en donde no se había terminado de secuenciar el genoma humano ni se pensaba en la posibilidad de la edición genética a gran escala, de allí el gran poder especulativo de la cinta y que la ha vuelto perdurable en el mundillo de la CF.

La película está muy bien realizada, con un gran homenaje al “brutalismo” arquitectónico de los años 60´s con edificios que exhiben el hormigón crudo y las formas limpias. Este diseño escénico resulta inquietante y tal vez sea una referencia al escéptico mundo de la ingeniería genética del futuro que se anuncia. La dirección de arte corrió a cargo de Jan Roelfs y le mereció una postulación al Premio Óscar. La música no se queda atrás, Michel Nyman hace una banda sonora bellísima y embriagadora.

Las actuaciones de Ethan Hawke y Jude Law con dos trabajos más que estimables, que  dotan de fragilidad a sus dos personajes son de llamar la atención. Uno modificado geneticamente, el otro llamado a vivir cuesta arriba por una “mala” elección genética de sus padres. Inquietante, ¿no lo cree?

¿Por qué rescatamos en Saber Más esta película que solo se exhibe ahora en circuitos de cine de  clubes universitarios y a través de DVD, Blu Ray y sistemas de streaming? Viene a cuento por una noticia que se publicó hace unos días en la prensa internacional. Todo indica que un grupo de científicos chinos crearon los primeros bebés modificados genéticamente.

¿De qué se trata el experimento y por qué resulta tan controvertido? Muchas enfermedades que nos aquejan tienen un sustrato genético. Es decir, su causa se encuentra en nuestros genes. Mutaciones que dañaron una secuencia y dañaron su función, o crearon daños en su expresión. Otras enfermedades, en particular las producidas por virus que se insertan en nuestro propio ADN, como el virus del SIDA, también pueden alterar el funcionamiento normal de genes o por sí mismos matar a las células invadidas.

Hasta ahora no existe manera de curar estos defectos. La vía sería “corregir” la secuencia dañada o bloquearla a voluntad. Pero no existía alguna técnica para hacerlo. En los años 90´s del siglo pasado se intentó experimentalmente el uso de virus para insertar en el genoma la secuencia correcta que restaurara una función perdida o supliera una carencia. Sin embargo, no se pasó de la experimentación ya que el proceso era sumamente azaroso, inespecífico e implicaba el uso de virus modificados. Esta suerte de “terapia genética” no ha avanzado significativamente.

La cosa cambió en 2012 cuando dos científicas (Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna) publicaron un artículo en el que usaron una maquinaria natural presente en las bacterias como mecanismo de defensa contra el ataque de virus y conocido desde 1987 para cortar cadenas de ADN y reemplazarlo por otras. La idea fue “programar” secuencias específicas del otro ácido nucleico participante en el control genético (ARN) para remover o cortar regiones específicas y en su lugar “meter” una a voluntad.

La técnica, conocida como CRISPR/Cas9 (algo así como “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas”), pronto mostró su potencial para lograr lo que la terapia genética había intentado sin éxito: localizar una secuencia dañada o que fuera necesario remover y eliminarla específicamente, como una tijera “inteligente” y precisa, y luego incorpora otra secuencia en su lugar, es decir, editar el genoma. No es el propósito de este artículo discutir o explicar la técnica, pero basta decir que es uno de los descubrimientos más prometedores en la biología moderna.

De manera que los chinos dicen que usaron esta técnica para modificar embriones a los que se les trató con CRISPR para inactivar un gen vinculado en la entrada del virus del SIDA a las células que infecta. Luego, los embriones fueron implantados en la madre mediante reproducción asistida y se desarrollaron dos niñas, a decir de los supuestos responsables, que nacieron bien y libres de la posibilidad de enfermarse de sida.

CRISPR es efectivamente una tecnología muy esperanzadora en la lucha contra las enfermedades genéticas, sin embargo, su uso práctico está aún lejano (¿o estaba?), porque la edición genética es experimental, no está probado que sea segura y a o largo de los años se han identificado en las pruebas de laboratorio, mutaciones inespecíficas, que podrían inducir incluso cáncer. Estamos apenas comenzando en este campo y es probable que las dudas puedan ser positivamente satisfechas y los obstáculos técnicos superados pero en este momento, de ser cierto, el experimento chino puede ser una completa irresponsabilidad, cuyas consecuencias es difícil medir.

La parte deseable del CRISPR es que nos dota de un mecanismo para modificar el genoma, restaurando funciones perdidas y en medicina es una muy buena perspectiva. Pero nos pone delante de un gran conflicto ético y socioeconómico. Claramente se trata de una violación a las reglas de conducta ética que se ha ido generando en los grupos de investigación: no hacer experimentos en embriones viables, no probarse en humanos hasta no estar seguros de sus consecuencias y consultar a los grupos de ética antes de emprender cualquier aventura. En este caso estaríamos ante un verdadero escándalo.

La cuestión es que el CRISPR ha demostrado que se puede usar no solo en células embrionarias, sino también en células somáticas, lo que abre la posibilidad de cambiar genes en cualquier persona. De hecho, ya se han publicado modificaciones de ésta y hay ya otras técnicas, incluso más precisas. Positivamente, podríamos curar muchas enfermedades, pero hablando de aspectos negativos, estaríamos en posibilidad de alterar “a pedido” otras cualidades genéticas.

Los experimentos, citado por los chinos, afirman que han “tratado” a varias parejas en dónde el padre es portador del VIH (virus del sida) y es probable que ya existan en camino más niños modificados genéticamente.

¿Quién tiene acceso a esta tecnología aún en experimentación?, ¿quién nos dice que la tentación de modificar otras características no exista junto al poder económico? La ausencia de regulación abre caminos insospechados y el hecho de hacerlo en secreto –de creerles a las autoridades chinas- es más preocupante, estaríamos en la antesala de la condición representada en GATTACA.

La edición genética a esa escala solo era una ilusión de los biólogos moleculares y tema de películas de CF, sin embargo, al parecer ya está aquí de alguna manera y el futuro ya nos alcanzó lo que una vez más remarca el poder especulativo del género.

 

Horacio Cano Camacho, Profesor Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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