Mauricio Quesada Avendaño

Escrito por Roberto Carlos Martínez Trujillo y Fernando Covián Mendoza

Es Biólogo (1984) egresado de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica, Maestro en Ciencias en Ecología (1990) y Doctor en Ecología (1993) por la Universidad de Pennsylvania (EEUU).

El Dr. Quesada Avendaño ha llevado a cabo estudios sobre polinización y sistemas reproductivos en plantas y sobre fenología de árboles tropicales en las estaciones biológicas de La Selva y Palo Verde de la Organización de Estudios Tropicales (OET/OTS). Fue co-director de la Estación Biológica de Palo Verde de la OET/OTS en Costa Rica y profesor invitado de la Escuela de Biología en la Universidad de Costa Rica. Fue investigador y profesor de la Estación Biológica Chamela del Instituto de Biología de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores Nivel III y actualmente es Investigador Titular C del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Campus Morelia, en el que desarrolla la línea de investigación de Ecología Evolutiva y Conservación de Bosques Tropicales con estudios principales en Ecología y evolución de polinización y reproducción de plantas; Genética y conservación de plantas; Efectos de la fragmentación de bosques sobre la polinización, reproducción y estructura genética de árboles tropicales; Efectos de las interacciones planta-herbívoro sobre plantas; y de Biología de la conservación de sistemas tropicales. 

Usted es el líder de un laboratorio nacional ¿podría explicarles a nuestros lectores este concepto?

El laboratorio nacional que nosotros coordinamos es de análisis y síntesis ecológica, acorde con la filosofía de laboratorios nacionales establecida por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y las respectivas entidades académicas que participan: Realizar investigación científica, tanto básica como aplicada, que tenga proyección nacional e internacional.

En nuestro caso, el Laboratorio de Análisis y Síntesis Ecológica (LANASE), es un laboratorio nacional que se encarga de fomentar la síntesis de información ecológica sobre recursos genéticos de México, pero con proyección internacional, mediante la conjunción de grupos de investigadores científicos de los sectores público y privado. 

¿Al laboratorio que usted dirige, qué lo hace diferente de otros centros de investigación en ecología?

El LANASE es diferente porque en éste, pretendemos integrar grupos de trabajo de los sectores público y privado para discutir ideas y sintetizar información. Hay en el país otros centros que han recopilado informaciones sobre ecología, de bases de datos, de herbarios y en LANASE proponemos analizar esa información mediante grupos de expertos en temas particulares. Eso implica minería de datos, visualización de la información y análisis, utilizando herramientas estadísticas, su escritura y divulgación.

Para hacerlo, contamos, en primera instancia con un gran equipo de súper cómputo, con alta capacidad de procesamiento. Está a disposición de todos los investigadores que participan en el laboratorio nacional y otros que deseen adjuntarse a éste.

También contamos con un laboratorio genómico de última generación. La información que se genera a partir de este secuenciador de ADN y ARN, es masiva. Así, tenemos alta capacidad de análisis genómico y alta capacidad de análisis informático. Contamos además con otros dos laboratorios pequeños, con equipos de súper cómputo en paralelo, para hacer procesamiento de información más particular y especializada en diferentes campos que le sirva a grupos de trabajo en su debido momento. 

Por otro lado, la modalidad de análisis y síntesis ha sido planteada en laboratorios de Estados Unidos y Europa. En Latinoamérica prácticamente no los hay, por ello, comenzamos a incorporar estas ideas en nuestros grupos de trabajo. Un ejemplo es el CITED, una organización iberoamericana para la ciencia y la tecnología, donde en particular tenemos un proyecto de análisis y síntesis de servicios de polinización y áreas naturales protegidas, con la participación de investigadores de Argentina, Brasil, Costa Rica, Honduras, España y México. Nuestra primera reunión será el 25 de junio de este año, y vamos a comenzar a formar las bases de datos para hacer un análisis integral de los servicios de polinización y de las áreas naturales protegidas en cada uno de estos países.

Otro proyecto, el del doctor Adrián Irradie, tiene que ver con la bioenergía, y es a nivel mundial sobre el uso de la leña de forma más optimizada en el planeta. Tenemos ya unos 10 proyectos de esta naturaleza y la idea es juntar más.

Quisiera concluir diciendo cómo se conforma el Laboratorio Nacional de Análisis y Síntesis Ecológica: Es un proyecto de la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM, que inicia con la Unidad de Desarrollo Sustentable de la Universidad Autónoma de Guerrero y recientemente se incorpora la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, que reúne grupos de investigadores para tener proyección a nivel social en todo el sector público y privado de México. 

Ha sido responsable de proyectos como evaluación de los impactos del cambio climático en polinizadores y sus consecuencias potenciales en el sector agrícola en México, además ha afirmado que el cambio de uso del suelo afecta al ecosistema de polinizadores. Díganos más de este tema.

Con la participación del Comité Sistema Producto Apícola, grupo que tiene vínculo con todos los apicultores del país, en México se ha empezado un proyecto de estudio sobre el problema nacional del declive de polinizadores. Es un problema complejo que, a su vez, en Estados Unidos, Canadá y Europa lo empiezan a documentar. Tiene que ver sobre todo con la caída de poblaciones de abejas, pero también de otros polinizadores. 

Una serie de factores bióticos y abióticos son los responsables de la pérdida de polinizadores, sobre todo de las abejas. En el caso particular de Apis mellifera, que es la abeja que produce la miel, hay una serie de problemas bien documentados que tiene que ver con la incidencia de patógenos, específicamente bacterias, virus, ácaros, la varroa, una garrapata pequeña (ácaro) que ataca a las abejas.

En términos de cambio de uso de suelo, al reemplazar tanto áreas naturales protegidas como áreas de cobertura boscosa, estamos eliminando los recursos florales. Recordemos que las abejas utilizan sobre todo la miel y el néctar de las flores para su alimento y que perderlo las debilita nutricionalmente, lo que tiene implicaciones en su sistema inmune y su bienestar.

Otros factores son antrópicos, como el hecho de que el ser humano está alterando constantemente el ecosistema, como en el caso del uso de plaguicidas que se aplican para el control de pestes, pero a la vez se les aplica a nuestras amigas las abejas, las  que tienen una interacción directa para la producción de frutos y semillas en los cultivos. Imaginemos que el 85% de los cultivos y plantas útiles de México dependen de polinizadores, sobre todo de las abejas.

Adquirimos en el mercado productos muy tangibles: jitomate, aguacates, melones, sandías, cítricos, etcétera, y de verduras, ni se diga, dependemos de ellas. Yo diría que si estas abejas desaparecen en México, terminaríamos consumiendo posiblemente unas cuatro, cinco verduras y otros productos como el arroz y el trigo, pero nada más.

 En México, la pérdida de polinizadores, sobre todo de abejas, ha sido reportada de manera casual, no se ha realizado un estudio sistematizado del problema. Esto es justamente lo que estamos planteando: analizar de forma integral el problema de la pérdida de polinizadores, utilizando en primera instancia la abeja melífera. También comenzamos a estudiar otras abejas que cumplen funciones históricas de polinización, como la relación entre las abejas de las calabazas y las calabazas mismas, en lo que hay una evolución importantísima en nuestro país, así como en otras especies endémicas cultivadas.

 En la labor de conservación de nuestros recursos naturales se requiere una sociedad bien informada ¿En este sentido, cómo  estamos en México, en Michoacán?

Considero que debe dársele mucha más información e integrar a la sociedad en el conocimiento de la información científica. Nosotros, con la colaboración del Comité Sistema Productor Apícola, nos hemos dado a la tarea de monitorear colmenas en diferentes partes de México. Esta interacción es muy interesante, ya que al trabajar directamente con los campesinos uno se da cuenta de los problemas que están viviendo. Las personas que viven en el campo están día a día en contacto con la información científica, yo diría que tal vez lo que hace falta es formalizar algunos aspectos.

En el caso de las abejas, esas personas saben de dónde proviene la miel, de las flores que consumen, de que cuando hay floraciones como las del mezquite, el tipo de miel que producen es muy sabrosa; y de que cuando cambia la floración para otros tipos de planta, la miel va a cambiar en sus sabores (de hecho la miel de primavera es diferente a la de verano), saben que cuando por enfermedades hay debilitamiento de las colmenas, es menor la producción de miel y hay caída de poblaciones de abejas. Esto lo digo como ejemplo de las muchas interacciones bióticas y procesos ecológicos que la gente conoce. Con un poco más de interacción con el sector científico, este tipo de información se podría formalizar.

Hay otra posibilidad importante: incorporar esa gente a la universidad, no necesariamente de manera formal, sino sistematizada. Nosotros en interacción con la Universidad Autónoma de Guerrero hemos incorporado a estudiantes que provienen del sector agrícola; de Tecpan de Galeana (donde está la Unidad de Desarrollo Sustentable con la que colaboramos) se han incorporado más de 30 estudiantes. En el caso de Michoacán, creo que podría darse tanto a través de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología como de la Secretaría del Medio Ambiente, donde me parece que hay interés en hacerlo.

Hace falta desarrollar un programa de interacción de las comunidades, con las escuelas, por ejemplo mediante becas parciales a estudiantes de primaria y secundaria, y de prepa, para participar en proyectos muy particulares a nivel local. Ahí hay una posibilidad amplia. La parte educativa cambia las mentes. José Martí decía: “En el momento en el que seamos educados seremos libres”. 

Usted realiza investigaciones sobre los efectos que podrían tener las plantas transgénicas en sus parientes silvestres; estudia específicamente la hibridación y flujo genético entre cucurbitáceas.¿Qué nos dice de ello?

Este tema ha sido muy discutido a nivel mundial desde la liberación de los organismos genéticamente modificados. Es controversial, tiene muchas aristas. En algunos casos, hay discusiones fuertes sobre si se deben o no introducir estos organismos genéticamente modificados. Yo creo que es una situación de caso por caso. Me parece que en los recursos genéticos dentro del país en que puedan utilizarse, y que no requieran de otras tecnologías, pues debemos utilizarlo, y para los casos en que haya requerimientos, debemos considerar caso por caso, para hacer un análisis particular,

El caso de las calabazas es muy interesante. El problema es que las calabazas son originarias de Mesoamérica, como también de otros productos agrícolas: el maíz, jitomates, tomates, chiles, la yuca, la papaya… Las calabazas pertenecen a las cucurbitáceas, que incluyen otros tipos de productos como el melón y la sandía, que provienen de otras partes del mundo. Pero las calabazas, los chayotes esos sí son de Mesoamérica y han tenido una interacción evolutiva con sus polinizadores, las llamadas abejas de las calabazas, que lo son también en la polinización de las calabazas en general.

En el trabajo que nosotros realizamos -ligado a organismos genéticamente modificados y calabazas-, el interés primero fue hacer un análisis de la posibilidad de transferencia de los genes transgénicos a poblaciones silvestres. Hicimos una serie de cruzas controladas y la posibilidad de transferencia ocurre, porque la hibridación natural ocurre también. Entonces, efectivamente se puede transferir. Sobre las calabazas, la pregunta que mucha gente se haría (tanto para este caso, como para el de otros organismos), es: ¿Eso nos va a hacer daño o no?

Yo creo que hay que realizar un análisis que va más allá del simplemente nos comemos los transgenes o no. Esto, de comerlos, creo que lo estamos haciendo casi todos los días: cuando la gente va y compra papitas en la tienda, pues ahí van un poco de transgénicos, o posiblemente, cuando utilizamos ciertos tipos de aceites, etc. Son cosas que ya consumimos.

De las calabazas y los transgénicos, yo diría que hay que hacer un análisis de las implicaciones del uso de estos organismos. Por ejemplo, las calabazas transgénicas se originaron para conferirles resistencia a virus. Entonces, estas calabazas transgénicas, resistentes a virus, cuando transfieren esos transgenes a través del polen (porque el polen se mueve de una calabaza transgénica a una silvestre), posiblemente esos transgenes se transfieran a las silvestres. Ahora, las preguntas son: ¿Cuáles son las implicaciones en esas plantas silvestres? ¿Qué va a suceder?

Algunos trabajos indican que puede haber efectos indirectos del uso de productos genéticamente modificados. Un ejemplo, dado que las calabazas resistentes a virus son también más saludables, lo consecuente es que haya organismos, que prefieran a esas calabazas, como sucede con determinados herbívoros, unos escarabajos que se las comen y a su vez les transfieren bacterias que provocan una serie de enfermedades. Así es que, cuando las calabazas logran resistir a los virus, las transgénicas empiezan a atraer otra serie de enemigos naturales.

Aquí es donde las interacciones ecológicas vuelven más complejo el problema de los organismos genéticamente modificados, o que lo sean mediante cualquier otro proceso tecnológico que surja, como en el caso del uso de plaguicidas. Hoy se aplican muchísimos herbicidas como el glifosato, que por preferencia se le utiliza para el control de hierbas en el campo, incluso muchos campesinos lo usan para evitarse ir a chapear los predios. Se le usa mucho en el cultivo de soya, que por lo mismo ha desarrollado resistencia al glifosato, por lo que lo consecuente es que en esos campos se le esté aplicando ahora en grandes cantidades.

Volviendo al tema de la investigación en estas materias, yo creo que lo primero es entender cuál es el organismo que tenemos ante nosotros (que sería el que ha sido genéticamente modificado), cuáles serían las implicaciones de su liberación en condiciones naturales y en relación con las interacciones bióticas, y cuál la repercusión ecológica que podríamos tener a largo plazo, que en algunos casos puede ser nociva, en otros neutra y hasta podría ser positiva. Pero son cosas que se deben de analizar y esto es justamente lo que hicimos con el proyecto de hibridación de calabazas en México.

 

¿Cómo decidió que quería dedicarse a la ciencia?

Es una pregunta del pasado y el presente. Quizá uno se la hace constantemente. Yo creo que la ciencia se inculca desde niño, eso es clave. Mi familia, mi padre, mi madre, me inculcaron ese interés, aun cuando ellos no necesariamente fueron científicos naturales. También la misma educación, esa sinergia entre la educación de la familia y la escuela va formando a las personas. Si uno logra aprender ese espíritu creativo y de constante interés por estudiar, eso se va a llevar para siempre.

Las ciencias naturales me atrajeron y estimularon desde la escuela primaria hasta la prepa. Estudié mi licenciatura en biología en la Universidad de Costa Rica, mi escuela tenía interacción con el campo, donde teníamos prácticas constantes, aquello fue estimulante, lo mismo que el trabajo en el laboratorio. Mis estudios de maestría y doctorado fueron en la Universidad de Pensilvania, donde el trabajo experimental lo hacíamos tanto en campos agrícolas, como en invernadero, lo que fue clave en mi formación.

Bueno, Costa Rica es un lugar experimental fantástico y México un lugar increíble, un país mega diverso, un sitio ecológico extraordinario. Llevo 20 años en este país y no termino de asombrarme de cuánto se puede conocer, estudiar y continuar una carrera científica. 

Costa Rica, donde usted nació y se formó, es un país afamado en materia de conservación ¿En qué consiste sus logros? ¿En México podemos aplicar un modelo similar al costarricense?

Costa Rica es un lugar extraordinario, un país pequeño, quizá del tamaño de Michoacán. Tiene muchos biomas y se ubica en Centroamérica. Fue puente de unión geológica entre las masas continentales de Sudamérica y Norteamérica, para formar lo que hoy llamamos América, el Continente Americano. Permitió también establecer un vínculo de biodiversidad entre las dos grandes masas continentales. Fue un puente de vida extraordinario que hizo de Costa Rica -lo es todavía-, un lugar de gran riqueza biológica.

Contiene una serie de cordilleras, formaciones geológicas que permiten mantener muchos microhábitats en un área muy pequeña, con el Caribe por un lado y el Pacífico por el otro. Estos microhábitats se extienden a lo largo del territorio nacional. Contiene además una gradiente importante de humedad en la parte caribe, con la zona pacífica más seca y el Pacífico sur muy húmedo también. Esto hizo que Costa Rica fuese el escenario perfecto para mostrar un laboratorio viviente de biodiversidad.

En los años 70, por iniciativas de diversos grupos de científicos y gente preocupada por el ambiente, es establecido un sistema de parques nacionales que luego se le transforma en áreas naturales protegidas, o áreas de conservación, como se les llama en Costa Rica. Consisten en sistemas administrativos de protección de conjuntos de aquellos originales bioparques que protegen el bosque tropical seco en la parte norte del país; el bosque tropical muy húmedo del pacífico, en la parte sur; y, en el área de Corcovado, en la parte caribe, hay varias áreas de conservación. También han sido establecidas con Panamá y Nicaragua áreas de conservación multinacionales. El área de Guanacaste, al norte del país, es extraordinaria, ésta abarca más de 160 mil hectáreas protegidas que contienen bosque tropical seco, volcanes y bosque tropical húmedo.

En México, se ha logrado un gran avance con su sistema de áreas naturales protegidas. Quizá -me parece-, habría que vincularlo con la difusión de estos escenarios al resto del planeta, para que lleguen visitantes a esas áreas. Eso fue un gran logro de Costa Rica: poder atraer a mucha gente de diferentes partes del mundo, no sólo a estudiar los ecosistemas, también a disfrutar de ellos en sus vacaciones. No hacer simplemente el turismo clásico de fiesta de playa de Cancún, sino lograr una experiencia natural biológica, ecológica.

En Costa Rica, con el desarrollo de muchos complejos turísticos pequeños y medianos se hizo atractivo para los visitantes el hecho de recorrer lugares diversos, no llegar a un hotel gigantesco de 20 a 30 pisos, como en Miami Beach, sino encontrarse en un hotel pequeño en medio del bosque después de un recorrido en bote, como es el caso de  la zona de Tortuguero. Logró también atraer a muchísimos cursos de campo en ecología tropical. Así, atrajo personas de diversos países, también del interior de Costa Rica, y motivó a nuevas generaciones que continúan yendo, tanto biólogos como otros profesionales que a su vez llevan a sus hijos y a sus nietos para mostrarles el lugar.

Esto, México podría explotarlo todavía más, tiene cientos de sitios para visitarlos y podría promover además la  investigación científica mediante colaboraciones con otros investigadores... Que México abra las puertas… Lo está logrando en ciertos sentidos, aquí hay lugares como Guerrero Negro, para la experiencia con las ballenas, y también un poco la interacción con el desierto. Está la Riviera Maya desde el punto de vista ecológico, igual que Chiapas también lo está haciendo… 

¿De qué manera podrían ser motivados los estudiantes, los que desean asumir el camino de la ciencia, sobre la necesidad de la conservación de los recursos naturales?

Es clave establecer estas motivaciones en las escuelas y en las prepas. Yo tuve ese gran estímulo. Y creo que es importante involucrar a la comunidad científica en este proceso. Si no cambiamos formas de proceder, no vamos a disponer de recursos naturales suficientes para las futuras generaciones. El involucramiento de las nuevas generaciones de estudiantes en el campo científico, es fundamental para conservar estos recursos naturales de la biodiversidad. 

¿Además de su labor como científico, qué le agrada hacer en su tiempo libre?

Como biólogo, extiendo parte de la profesión a mis ratos libres. Buena parte del tiempo que dispongo lo paso en sitios que presenten áreas naturales, así es que viajo y visito lugares con esa característica en distintas partes tanto de México como del mundo, y esto es algo que no se le acaba a uno. Yo diría que la profesión se convierte en una forma de vida, y cuando uno logra integrarlo, los ratos libres se convierten en una extensión del proceso, para disfrutar las cosas todavía más. 

¿Considera que a la divulgación de la ciencia le faltan espacios?, si es así ¿cuál sería su recomendación?

Creo que la divulgación de la ciencia se hace sobre todo por pulsos: programas de televisión, boletines, conferencias… Sería muy positivo que muchos de los medios de comunicación incorporen en sus programas información científica de manera constante y amena. Quizá en televisión, una persona hablando de una reacción química no interese tanto como presentar desde un laboratorio a alguien haciendo esa reacción química y mostrando su utilidad. Y no se diga de ir a las condiciones naturales, ahí es donde yo creo que está la clave; cada vez más nos alojamos en las ciudades y, creo, nos aleja de nuestra razón de ser, como está sucediendo con otros organismos de este planeta.