Precariedad laboral: ¿La antesala del crimen?

Escrito por Fidel Anguiano

ENTÉRATE

*Omar Oswaldo Fisher-Camacho

 

Precariedad laboral: ¿La antesala del crimen?

En países semi industrializados como México, la sobreexplotación de la mano de obra, las tierras, los bienes naturales y el aprovechamiento de las políticas públicas deficientes, dan como resultado aspectos muy atractivos para la inversión de grandes industrias. En épocas pasadas, se creía que estas inversiones contribuirían al desarrollo social y económico del país; sin embargo, esto resultó ser una falacia. En la búsqueda de la máxima eficiencia productiva, se vulneró la estructura y la esencia fundamental del trabajo, convirtiéndolo en un medio de explotación. El trabajador fue visto como un holgazán, mientras que el salario se convirtió en un mero incentivo para aumentar su productividad.

Ante esta situación, los gobiernos se convirtieron en cómplices al favorecer a las grandes empresas, la percepción de que los trabajadores eran holgazanes también fue adoptada por ellos, los contratos temporales y la subcontratación se volvieron comunes, lo que flexibilizó las condiciones laborales, además, con el objetivo de maximizar la eficiencia y la productividad, la tecnología y la automatización se introdujeron, priorizando las ganancias empresariales. En este proceso, el valor del trabajador disminuyó gradualmente, las habilidades intelectuales y el pensamiento crítico se desvalorizaron, mientras que las habilidades técnicas se valoraron más. Se empezó a preferir a los trabajadores que realizaban tareas específicas sin cuestionar órdenes, lo que llevó a una creciente valoración de las personas «robotizadas» en el ámbito laboral.

Tales situaciones tuvieron consecuencias en el trabajo contemporáneo y en la precariedad laboral y, como tal, comenzó a ser tema de conversación relevante; este fenómeno se caracteriza por ser un problema multidimensional, es decir, que afecta en diferentes ámbitos al trabajador, como en la inseguridad salarial que se asocia al monto de ingreso percibido por los trabajadores; desprotección laboral y falta de beneficios, entendidos como las prestaciones laborales establecidas en la Ley Federal del Trabajo, acceso a los servicios de salud y la afiliación a un gremio sindical; Inestabilidad laboral, la cual se refiere a la falta de contratos laborales adecuados que garanticen la estabilidad del trabajador, así como la condición de subocupación laboral, que se manifiesta cuando una persona ya tiene un empleo, pero no está trabajando la cantidad de horas que preferiría o necesita trabajar para alcanzar sus metas financieras o de empleo, entre otros aspectos que, dependiendo del autor, se consideran.

Ante el creciente fenómeno, se formó una nueva estructura del trabajo, la cual no solo afectó la forma en que se llevan a cabo las actividades laborales, sino que las trasciende, pues impactó directamente la percepción del trabajo como algo esencial en la vida de las personas y, consecuentemente, el trabajo perdió la capacidad de estructurar y de organizar a la sociedad. De acuerdo con Miguel Ángel Pérez Vite, este fenómeno generó nuevos actores e incluso nuevas racionalidades capaces de desintegrar familias y la vida social en la localidad.

Al interpretar las palabras de Pérez Vite, se entiende que la precariedad laboral es el origen de problemas como la pobreza, la hambruna, la desigualdad, la migración e incluso la considera la entrada al crimen, dado que, en la esencia misma del trabajo digno, la creación de lazos sociales es uno de sus objetivos fundamentales; sin embargo, la precariedad laboral ha provocado una la pérdida de este y otros de sus objetivos esenciales.

 

Pero, ¿por qué un fenómeno que, inicialmente, podría ser visto como un problema laboral, tiene un impacto tan significativo en la sociedad, llegando incluso a ser considerado como un factor que impulsa la generación de actividades criminales?

La respuesta, a pesar de que tiene una complejidad enorme, se puede responder con relativa simpleza: aquellos trabajadores que se encuentran en situaciones laborales más precarias pueden sentir resentimiento hacia aquellos que tienen más estabilidad económica, surgen sentimientos de exclusión y, por consiguiente, estas personas pueden sentirse desconectadas de la sociedad y recurrir a medios alternativos para satisfacer sus necesidades, lo que podría llevar a considerar opciones que posiblemente, en otras circunstancias, no serían razonables.

Un ejemplo es el creciente impulso de los jóvenes por migrar a otros países como Canadá o Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, ya que la falta de empleos dignos, que no aportan a su desarrollo personal ni profesional, los lleva a tomar esta como una opción válida. Trabajar en la pisca de algún cultivo, en servicios de limpieza o en la construcción, labores que no son despreciables o indignas, pero que no tiene que ver con su formación académica, ahora es una opción más atractiva para ellos, lo cual lleva a que los estudios, en cualquier nivel, estén perdiendo valor.

De igual forma, el considerar alternativas más drásticas como recurrir a actividades delictivas, es cada vez más viable y, en Latinoamérica y específicamente en México, es un problema que, al contrario de disminuir, aumenta día con día, al grado de considerarse como parte de la cultura mexicana y como una opción laboral más. Por lo tanto, la precariedad laboral puede ser vista como un factor que impulsa a las personas hacia situaciones extremas, llegando a ser incluso la antesala del crimen.

Los gobiernos mexicanos han intentado combatir los problemas sociales mencionados atacando las causas que los originan; sin embargo, la ignorancia o la falta de interés en reconocer la precariedad laboral que vivimos como el principal generador de dichos problemas, ha provocado una lentitud preocupante para mejorar las condiciones laborales; el aumento al salario mínimo es realmente mínimo, insuficiente y hasta cierto punto insultante, al igual que la reciente reforma aprobada: «Ley silla» que obliga a los patrones a mejorar las condiciones de los trabajadores que permanezcan de pie durante gran parte de su jornada laboral.

Resulta deprimente profundizar en el tema y darnos cuenta cómo, hasta el 2024, fue que se consideró que los trabajadores necesitaban descanso y, en este punto, retomamos la percepción taylorista mencionada en el inicio del texto: el trabajador es visto como un holgazán y cada vez más se le percibe como un ser robotizado que no requiere descanso, que se le explota, que solo sigue órdenes y que su valía es en función de su productividad.

El panorama, sin lugar a dudas, luce desalentador y preocupante; no obstante, diversos investigadores han dedicado sus estudios a un tema que es fundamental para mitigar los problemas laborales y sociales presentados en este texto. Un nuevo enfoque, un rompimiento de paradigmas, el Desarrollo a Escala Humana que, como tal, es obra del economista chileno Manfred Max-Neef; sin embargo, diferentes investigadores desarrollaron sus obras bajo los mismos fundamentos y enfoque en la calidad de vida y el bienestar de las personas, aunque con un nombre distinto.

Específicamente, en el tema laboral, el enfoque a escala humana destaca la importancia de la calidad del empleo y la participación activa de las personas en su trabajo. Desde esta perspectiva, el empleo no es simplemente un medio para generar ingresos, sino una parte integral de la experiencia humana que debe contribuir al desarrollo integral y sostenible de las personas y de la sociedad en su conjunto.

Max-Neef hace énfasis en las necesidades humanas fundamentales y abogó por un modelo económico que priorice estas necesidades para lograr un desarrollo sostenible. Las nueve necesidades humanas fundamentales que propone son:

 

  1. Subsistencia
  2. Protección
  3. Afecto
  4. La participación
  5. El ocio
  6. La creación
  7. La identidad
  8. La libertad
  9. La comprensión

 

En el contexto del empleo, destaca la importancia de la calidad del empleo sobre la cantidad. No se trata solo de tener empleo, sino de tener empleos que brinden seguridad, dignidad, participación y que contribuyan al bienestar general de las personas, ya que el problema no es en sí la falta de empleo, sino la baja calidad del mismo. Franz Hinkelammert menciona que el empleo debe contribuir al bienestar humano, a la justicia social y a la solidaridad en la construcción de una sociedad más justa y equitativa, a la vez que percibe al trabajo como algo crucial en la existencia humana.

Por otro lado, Amartya Sen, quien fue un filósofo y economista que realizó contribuciones significativas al campo de la economía del bienestar y a la teoría del desarrollo, enfatiza sobre potenciar las capacidades humanas y la libertad que tiene una persona en cuanto a la elección de funcionamientos, dadas sus características personales. La obra de Amartya Sen resulta fundamental para determinar el objetivo y el camino a seguir en la búsqueda del pleno empleo; su concepto de valor se basa en el enfoque de las capacidades, el desarrollo humano, la importancia de la libertad y el enfoque en las desigualdades.

La obra de Amartya Sen se basa en la idea de que el trabajo debe contribuir a expandir las capacidades y libertades de las personas, permitiéndoles llevar una vida más plena en la sociedad. El enfoque de desarrollo a escala humana en el empleo, impulsado por dichos investigadores, es esencial para abordar los desafíos que se presentan actualmente en el ámbito laboral y, a pesar de sus diferencias, coinciden en cuatro puntos fundamentales:

 

  • Calidad sobre cantidad laboral
  • Humanización del trabajo
  • Contribución al bienestar humano
  • Promoción de la cohesión social

 

En contraste con las visiones convencionales que tienden a reducir el valor del trabajo a dimensiones económicas, estos pensadores ofrecen una visión integral del valor del trabajo que va más allá de las métricas económicas tradicionales. Abogan por empleos que no solo generen ingresos, sino que también contribuyan al bienestar integral de las personas, promoviendo la equidad, la participación y la libertad individual. En un mundo donde el empleo se ve afectado por cambios tecnológicos, económicos y ambientales, esta perspectiva emerge como esencial para forjar un futuro laboral que sea humano, ético y sostenible.

 

 

 

*Omar Oswaldo Fisher-Camacho. Maestría en Desarrollo y Sustentabilidad, Facultad de Economía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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Hinkelammert F. (2021). El problema de la alternativa frente al capitalismo neoliberal actual: el humanismo de la praxis. En Hinkelammert, F. La crítica de las ideologías frente a la crítica de la religión: volver a Marx trascendiéndolo. Buenos Aires, Argentina, CLACSO, pp. 211-239. https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20210203072724/critica-ideologias.pdf

Pérez M.Á.V. (2009). Lectura sociológica de la precariedad del trabajo asalariado. Comercio Exterior, 59(12), 970-978. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3179094

 

Sen A. (2000). Introduction. En Sen A, Development as freedom, Oxford, Oxford University Press. http://www.c3l.uni-oldenburg.de/cde/OMDE625/Sen/Sen-intro.pdf