TEJIDOS, CÉLULAS Y MOLÉCULAS DE DINOSAURIO

Escrito por Roberto Díaz Sibaja

La franquicia de “Parque Jurásico” es un referente pop obligatorio cuando hablamos de dinosaurios. Las películas y novelas han traído a la luz una pregunta que otrora únicamente los paleontólogos se hacían. ¿Es posible encontrar moléculas biológicas originales (ADN u otras) en restos fósiles de dinosaurios que murieron hace millones de años? Cualquier académico tradicionalista diría que no, que es imposible. Pero a veces, la ficción tiene algo de realidad y por increíble que pudiera parecer, recientemente un equipo británico describió la presencia de moléculas de colágeno (la misma proteína que tenemos en el cabello y las uñas) y posibles glóbulos rojos de al menos tres tipos diferentes de dinosaurio del Cretácico tardío.

Los restos estudiados incluyen una garra de un carnívoro grande; una pezuña, hueso del tobillo, hueso de la pata y de la cadera de dinosaurios pico de pato sin identificar; una costilla no identificada, así como la costilla de un Chasmosaurus y la falange (hueso del dedo) de un pariente no identificado de este último dinosaurio. Estos fósiles proceden de la formación geológica “Dinosaur Park” de Alberta, Canadá (de 76.6 a 74.8 millones de años) y de la formación “Lance” de Wyoming, Estados Unidos (de entre 69 y 66 millones de años). Este estudio se hizo muy famoso en los medios de comunicación no especializados debido al reciente estreno de “Mundo Jurásico” y se vendía como la puerta a la clonación de dinosaurios. Pero, para la decepción de muchos, no es posible clonar dinosaurios extintos del Mesozoico. Sin embargo, este estudio es de gran importancia, pues atrajo la atención de un tema que aunque es fascinante, no se discute muy a menudo en los círculos no académicos: la preservación de tejidos y biomoléculas de dinosaurio. Y es que esto no es nuevo, tiene antecedentes de hace al menos 16 años.

Todo empezó en 1999, cuando la Dra. Mary Higby Schweitzer y el famoso John “Jack” Horner, publicaron un estudio que daba a conocer el hallazgo de estructuras que semejaban tejidos vasculares (capilares sanguíneos) y células sanguíneas (eritrocitos) en un fémur de Tyrannosaurus rex. En dicho estudio, los autores se mostraron muy cautos, pues no disponían de evidencia suficiente para aseverar que en efecto, habían encontrado capilares y glóbulos rojos de tiranosaurio. Seis años después y con más evidencia, Schweitzer y su equipo publicaron un estudio donde mostraban que efectivamente, tenían capilares de tiranosaurio que aún después de millones de años, seguían siendo flexibles y que contenían lo que parecían ser glóbulos rojos. La confirmación de que sí tenían glóbulos rojos de T. rex llegó en 2007, cuando el equipo lo corroboró con un nuevo estudio que además mostraba células óseas (osteocitos) de este dinosaurio y de toda una gama de animales extintos con rangos de edad de entre días, miles y millones de años. Lo más relevante de este nuevo estudio fue que se incluyeron otros restos de T. rex, restos de Santanaraptor placidus (del Cretácico temprano, de entre 92 a 108 millones de años), de un terópodo desconocido de Madagascar y del pico de pato Brachylophosaurus canadensis. Muchos pensaron que se trataba de un fraude y en ese mismo año se purificó y secuenció el colágeno de las muestras de T. rex. Sorpresivamente la secuencia fue extremadamente similar a las secuencias de pollo (como se esperaría si la muestra no fuera un fraude). Para añadir robustez, en 2009 se secuenciaron las muestras de Brachylophosaurus y como era de esperarse, su colágeno también era similar al de los pollos.

Para añadir más sorpresas, en 2013 el equipo de la Dra. Schweitzer publicó un ensayo en el que demostraban que en las células extraídas de los fósiles de T. rex y B. canadensis había presencia de actina, tubulina (proteínas componentes del 'esqueleto' celular), una proteína llamada PHEX con una configuración exclusiva de las aves y ADN, más una proteína acompañante (la histona H4). Y para demostrar que el material genético no era producto de contaminación, usaron técnicas especiales en las que se visualizó en el interior de las células. Pero antes de que nos emocionemos, ese ADN no está íntegro o completo, por lo que no podemos obtener dinosaurios bebé (ni mutantes raros) como en Parque Jurásico.

Así que existe toda una variedad de biomoléculas en algunos fósiles de dinosaurio, pero su importancia no reside en poder clonar animales para parques de diversiones, sino que nos enseñan cosas nuevas sobre los procesos de fosilización y a veces, ayudan a responder preguntas fisiológicas y evolutivas que nos hemos planteado por mucho tiempo.