Los langostinos: Pequeños chacales de río

Escrito por Nathali Martínez-Salazar y Rodolfo De los Santos-Romero

Imagen de Jason Goh en Pixabay

¿Has visto alguna vez un langostino?

Seguramente tu respuesta es no; sin embargo, es probable que hayas tenido un encuentro gastronómico con ellos. Los langostinos —conocidos como camarones de río— son como los camarones marinos (¡mmm que rico!), pero a diferencia de ellos, estos pequeños cazadores acuáticos tienen un par de «manos» en forma de grandes pinzas (quelas), las cuales son un arma poderosa con las que pueden darte ¡un buen apretón de dedos! Pero no te preocupes, las utilizan solo para alimentarse, pelear y defender su territorio.

Déjame y te cuento un poco más de ellos. Los langostinos tienen el cuerpo dividido en tres secciones: la cabeza, el tórax y el abdomen. La cabeza y el tórax están unidos, formando el cefalotórax que contiene el rostro, los ojos, las mandíbulas, las antenas, además de cinco pares de patas caminadoras (pereiópodos), donde el segundo par forma las quelas. ¡¡¡El abdomen tiene seis segmentos corporales y cinco pares de patas nadadoras (urópodos), esto quiere decir que tienen diez patas!!! Y por eso se conocen como decápodos.

Los decápodos son animales anfídromos, y te estarás preguntando ¿Qué es eso? Es la capacidad que tienen de vivir en aguas saladas y dulces ¿Puedes creerlo? Los langostinos nacen en lagunas costeras o estuarios, dos ecosistemas donde hay mezcla de agua dulce y salada. Cuando son jóvenes, migran hacia la parte alta de los ríos en busca de alimento y, ¿por qué no?, de una pareja. Durante este recorrido, tienen la capacidad de salir del agua para librar grandes obstáculos. Habitan en el fondo de los sistemas acuáticos y se les puede encontrar debajo de piedras, entre los campos de algas y debajo de troncos.

Los langostinos necesitan «mudar» para poder crecer. La muda es el proceso por el cual se desprenden de su caparazón (exoesqueleto) para incrementar su tamaño. Este proceso los vuelve muy vulnerables porque su cuerpo se torna blando, por lo que para evitar su depredación, buscan refugios donde esconderse mientras su nuevo caparazón se endurece. Son omnívoros, carroñeros y llegan a ser caníbales. Detectan el alimento por el «olfato» y, junto con el tacto, determinan su aceptación o rechazo. Con las quelas, se convierten en pequeños monstruos depredadores de insectos, moluscos y peces.

Por increíble que parezca, las comunidades de langostinos presentan estratificación social. En ella hay un macho dominante (alfa) y machos subordinados, al mudar los machos subordinados son devorados por el alfa. Existen cuatro tipos de jerarquías: macho alfa, primer macho subordinado, segundo macho subordinado y el macho sumiso. El macho alfa inhibe el crecimiento de los machos de jerarquías subordinadas mediante la secreción de una feromona, a este efecto se le conoce como «efecto toro», el cual permite que los machos más grandes tengan prioridad sobre el alimento, refugio y la pareja sexual.

Los langostinos se reproducen durante la época de lluvias. Las hembras pueden desovar varias veces al año, producen miles de huevos en cada desove. Durante la incubación portan los huevecillos bajo el abdomen. Algunas especies liberan las larvas río arriba, las que son transportadas por el cauce del río en dirección al mar hasta llegar a los estuarios. En otras especies, las hembras llevan los huevos cerca de los estuarios donde eclosionan.

 

¡¡Los chacales del río!!

Los langostinos son conocidos también como camarones de agua dulce, chacalines o chacales. En el lenguaje coloquial hispano, se llama chacal a la persona que es agresiva, sanguinaria y sin escrúpulos. En este sentido, podemos interpretar que los langostinos denominados regionalmente como chacales, tienen las mismas características. Y lo cierto es que sí, son organismos agresivos, territoriales y de hábitos caníbales. Pero el término chacal con el cual se les denomina es debido al vocablo náhuatl «Chakali» que significa ‘camarón’ grande. Durante el dominio y distribución del imperio mexica en la región mesoamericana, donde en muchos lugares abundaban estos grandes camarones, se les denominó «Chakaliapa»: Chakali= camarón grande + Apa= río de. En la actualidad, aún tenemos evidencia de estos lugares, aunque los nombres de estas comunidades han cambiado: San José Chacalapa, Oaxaca; Chacalapa Chinameca, Veracruz; Chacalapa Igualapa, Guerrero; Chacalapa Ahuazotepec, Puebla; El llano de Chacalapa, Michoacán; entre otros lugares.

Lo anterior evidencia que el aprovechamiento de los camarones de agua dulce no es una actividad nueva. Desde hace más de 500 años, durante la etapa precolonial, la pesca y el cultivo de estos crustáceos se llevaban a cabo en diferentes zonas del país. Con diferentes etimologías aplicadas, como la de chapos (purépecha: chapos= que corta, quizás debido a la forma de sus pereiópodos en forma de tijera) y acociles (del náhuatl: atl=agua y cuitzilli=que gira o se retuerce). En el Códice Florentino, «Sobre los renacuajos», se hace mención a los camarones de agua dulce como «acocili, pequeños organismos de agua dulce, parecidos al camarón, pero con cabeza de langosta, los cuales pueden ser comidos, cocidos o tostados».

En la época de la Colonia, se practicaba la pesca en los ríos y en las costas, aunque la cría de camarones que se realizaba en la época prehispánica, desapareció por completo. Hoy en día, se le da importancia a la pesca de las especies de escama, pero la captura de los chacales y acociles es conocida como pesca de subsistencia. En México, este tipo de pesca permitió que las especies de camarones de agua dulce se mantuvieran a lo largo de los años. En la actualidad, las causas que generan la disminución en sus poblaciones son la contaminación, la desaparición de ríos y lagos, así como la llegada de especies invasoras.

 

Códice Florentino, camarones y organismos acuáticos de formas raras. Fuente: E. Vela, 2019.

Amenazas y retos para los langostinos

La contaminación ambiental afecta a los langostinos como a todos los animales. Los desechos urbanos e industriales arrojados a los ríos generan alteraciones en la calidad del agua, provocan envenenamiento o modifican la actividad fisiológica de estos crustáceos. La fragmentación del hábitat por la pérdida de la vegetación y la construcción de diques o presas, limita la migración de juveniles y adultos río arriba y de larvas río abajo, lo que impide que completen su ciclo biológico, disminuyendo las poblaciones.

Debido a que los langostinos son una de las fuentes primarias de alimento en las comunidades de México donde se distribuye, se explotan cuatro especies del género más representativo (Macrobrachium): dos de ríos y lagunas costeras del Golfo de México (M. carcinus y M. acanthurus) y dos en los ríos y lagunas costeras del Pacífico (M. americanum y M. tenellum).

 

Y, ¿cómo son aprovechados estos animalitos por nosotros?

Los langostinos representan una alternativa económica al generar empleos temporales por su captura. Son ofertados en mercados locales, regionales y centros turísticos, donde se consumen frescos o cocidos. Las comunidades que viven cerca de los ríos, lagunas y estuarios, los utilizan como alimento y como carnada para la pesca de animales más grandes. Cuando son juveniles y adultos, son atrapados con redes de mano (semejantes a grandes cucharas) y chacalmacas (coladores rústicos elaborados por los pescadores).

Las larvas, sin embargo, sufren una gran depredación al ser colectados como «tismiche», una mezcla de crustáceos y peces en etapas muy pequeñas que se considera un alimento prehispánico tradicional en muchos estados de la República mexicana. Por esta razón, su captura ha pasado de ser de autoconsumo a una extracción masiva con fines comerciales. Cada pescador puede extraer al día 19 litros de tismiche (cada litro tiene miles de pequeños langostinos y peces), la captura se realiza durante todo el año, especialmente en la temporada de lluvias. Se ha demostrado que más de la mitad del tismiche está conformado por crustáceos del género Macrobrachium. Esta extracción ha generado grandes impactos en las diferentes especies de langostinos y pone en riesgo a las poblaciones.

 Langostino macho y subordinados.

Pero, ¿por qué es importante proteger a los langostinos?

Los langostinos benefician a otras especies al remover el fondo acuático en busca de alimento. Esta actividad es importante porque evitan la acumulación de materia orgánica, disminuyendo la acumulación de amonio, un compuesto inorgánico de nitrógeno que en grandes cantidades es tóxico para las especies acuáticas.

Los langostinos controlan las poblaciones algales. Con sus actividades de forrajeo, regulan las interacciones con otros herbívoros como moluscos y otros crustáceos. También forman parte de la red trófica, al convertirse en alimento de otras especies. Las larvas y juveniles son vulnerables de ser depredados por peces, aves y reptiles como tortugas y crías de cocodrilo. Los juveniles y adultos forman parte de la dieta de carnívoros terrestres como comadrejas, nutrias y mapaches.

 

Estas pequeñas bestias forman parte del equilibrio de los ecosistemas acuáticos. A nivel ecológico, representan un componente importante en los procesos de recirculación de energía y de nutrientes del sistema, a la vez que juegan un papel importante en la dinámica ambiental. La disminución de los langostinos pone en riesgo a los ecosistemas y a las especies que se alimentan de ellos. Para mantener el equilibrio es necesario preservar a las especies, y los langostinos no son la excepción.

 

Para Saber Más:

Espinosa-Chaurand L.D., Vargas-Ceballos M.A., Guzmán-Arroyo M., Nolasco-Soria H., Carrillo-Farnés O., Chong-Carrillo O. y Vega-Villasante F. (2011). Biología y cultivo de Macrobrachium tenellum: Estado del arte. Hidrobiológica, 21(2), 98-117. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0188-88972011000200001&script=sci_abstract&tlng=pt

 

García-Guerrero M.U., Becerril-Morales F., Vega-Villasante F. y Espinosa-Chaurand L.D. (2013). Los langostinos del género Macrobrachium con importancia económica y pesquera en América Latina: Conocimiento actual, rol ecológico y conservación. Latin American Journal of Aquatic Eesearch, 41(4), 651-675. https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-560X2013000400003&script=sci_arttext

 

Vega-Villasante F., Martínez-López E.A., Espinosa-Chaurand L.D., Cortés-Lara M.C. y Nolasco-Soria H. (2011). Crecimiento y supervivencia del langostino (Macrobrachium tenellum) en cultivos experimentales de verano y otoño en la costa tropical del Pacífico mexicano. Tropical and subtropical agroecosystems, 14(2), 581-588. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1870-04622011000200017&script=sci_arttext

 

Nathali Martínez-Salazar. Estudiante de Doctorado en Ciencias en Conservación y Aprovechamiento de Recursos Naturales. IPN, CIIDIR-Oaxaca. Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca.

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Rodolfo De los Santos-Romero. Profesor-Investigador, Tecnológico Nacional de México, campus Valle de Oaxaca. Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca.

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