IMAGINANDO EL FUTURO DE UN PLANETA CADA VEZ MÁS POBLADO

Escrito por Ana Claudia Nepote

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Somos siete mil millones de habitantes en este planeta desde el 30 de octubre de 2011. Con el actual ritmo de crecimiento se estima que para el año 2040 la cifra llegará a los nueve mil millones de personas. Para poder mantener un nivel de vida adecuado a las necesidades básicas de los futuros habitantes del mundo en los próximos veinte años, la población mundial requerirá por lo menos un 50% más de lo que se produce actualmente en alimentos, 30% más de agua y 45% más de energía, sin embargo, los recursos naturales de los que depende nuestra existencia imponen nuevos límites al suministro de bienes y servicios que la naturaleza ofrece.

¿Cómo será la vida en el futuro? Es una pregunta tan antigua como los seres humanos. En el contexto de un coloquio sobre la imaginación científica realizado en 1988 en el Museo de La Caixa en Barcelona, España, Luis Navarro -físico e historiador de ciencia- planteó que las personas imaginan simplemente porque es su oficio, que otros lo hacen por la relevancia social o por la competitividad que se da en cualquier actividad humana; otros por la mera voluntad de comprender, y otros por el simple hecho de pasárselo bien.

Desde hace 25 años, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo publicó un documento titulado Nuestro futuro común. En él se planteó por primera vez la posibilidad, imaginada entre muchos expertos, de construir un futuro económico basado en políticas de sostenibilidad y expansión partiendo de los recursos naturales. Hace un cuarto de siglo, la misma Comisión destacó que el documento era un llamado urgente en el sentido de que había llegado el momento de adoptar las decisiones que permitieran asegurar los recursos para sostener a la generación presente y a las siguientes.

Los integrantes de dicha Comisión prácticamente reconocieron que la humanidad tenía la capacidad de lograr un “desarrollo sustentable”, término que definió como aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

Años más tarde, en 1992, se realizó la primera gran Cumbre de la Tierra con sede en Río de Janeiro, Brasil. Ésta fue la primera llamada de atención global sobre la insostenibilidad del actual crecimiento económico que se traduce en degradación ambiental y en desequilibrios en todos sentidos. Por ejemplo, existen millones de personas que viven en extrema pobreza. A la Cumbre en Río de Janeiro asistieron más de cien jefes de Estado y contó con una amplia participación ciudadana. Como resultado se aprobaron diversos acuerdos, incluyendo la Agenda 21, un plan de acción adoptado por más de 178 gobiernos para abordar los impactos humanos sobre el ambiente a nivel local, nacional y global, al igual que los tratados sobre bosques, cambio climático, biodiversidad y desertificación.

Sin duda, uno de los eventos de mayor relevancia a nivel mundial en cuestiones ambientales fue la reunión de Río+20 que se realizó en junio pasado con sede en Río de Janeiro, Brasil, tal como ocurrió hace veinte años. Durante este lapso de tiempo, se ha profundizado en el conocimiento científico de los problemas a los que se enfrenta la humanidad y por otro lado, a través de la educación, la comunicación y la participación de diversos sectores de la sociedad se ha logrado generar una mayor conciencia del impacto y el poder que tiene la acción humana sobre los recursos naturales del planeta.

Tan sólo en los últimos veinte años, “el mundo ha cambiado más de lo que la mayoría de nosotros pudo haber imaginado” afirma Achim Steiner, Director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Esa instancia generó un documento en el que señala como ejemplo, que la existencia de internet, de teléfonos celulares y de otras tecnologías de la comunicación ha hecho hoy que el mundo sea un lugar aparentemente más pequeño, por la interconectividad que existe entre cinco mil millones de usuarios de tales tecnologías.

Por otro lado, los temas ambientales son cada vez más complejos y no son exclusivos de personas involucradas en las disciplinas naturales, como la biología o la ecología, sino que se requiere la participación de personas de muy variadas disciplinas para encontrar soluciones y generar cambios importantes en el mantenimiento del bienestar a largo plazo de la vida en el planeta.

Hace 40 años, Barbara Ward, fundadora del Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo con su sede en el Reino Unido (IIED, por sus siglas en inglés), señalaba la importancia de entender que al compartir un solo planeta, las perspectivas de cada persona para el futuro dependerían de las demandas de todos los demás. El Instituto fue de las primeras organizaciones en reconocer las interconexiones entre la economía, el medio ambiente y los aspectos sociales requeridos para asegurar un crecimiento sostenible y prosperidad para la población humana.

La reunión de Río+20, que ocurre mientras escribo estas líneas, plantea distintos retos. Uno de ellos es que las voces de la comunidad científica y la ciudadanía comprometida con un desarrollo sostenible sean escuchadas y alcancen a una colectividad mucho mayor que los argumentos de quienes manejan y concentran la riqueza en unas cuantas regiones del mundo.

Los debates oficiales de la cumbre de Río+20 se planean centrar en dos temas principales: uno de ellos se orienta hacia la economía verde como estrategia para lograr el desarrollo sustentable y liberar a la población de la pobreza, y el otro se encamina hacia la construcción de estrategias políticas globales para el desarrollo sustentable. Sin embargo, estos dos temas tan amplios sirven como marco de referencia para otros diez temas que competen a todos los países y a múltiples disciplinas del conocimiento, no sólo ecológico o ambiental:

1. Energía sostenible para todos

2. Ciudades sostenibles e innovación

3. Aspectos económicos del desarrollo sostenible, incluyendo modelos sostenibles de producción y consumo

4. Los bosques

5. La seguridad alimentaria y la nutrición

6. Los océanos

7. El agua

8. El desarrollo sostenible en la lucha contra la pobreza

9. El desempleo, el trabajo decente y las migraciones

10. El desarrollo sostenible como una respuesta a la crisis económica y financiera

La cumbre de Río+20 sin duda representa una oportunidad más para imaginar, en lo individual y colectivo, el futuro que queremos. Parte de este ejercicio colectivo tiene que ver, como propone Jorge Wagensberg, con “esa secreta sensación de perplejidad total que asalta nuestro ánimo por lo menos una vez en la vida: ¿Por qué es el mundo justamente de esta manera y no de otra?”. Hoy, a veinte años de distancia de la primera Cumbre mundial sobre medio ambiente podemos descubrir la gran capacidad que tenemos para transformar el planeta hacia un estilo de vida más equitativo, más justo y más viable para la mayoría de las especies con quienes compartimos el planeta, hasta el momento el único que conocemos.

Para Saber más:

Wagensberg, J.(editor). 2004. Sobre la imaginación científica: qué es, cómo nace, cómo triunfa una idea. Colección Metatemas. Tusquets. Barcelona, España. 225 pp.

Resilient people, resilient planet. A future worth choosing

http://www.un.org/gsp/sites/default/files/attachments/GSP_Report_web_final.pdf

Gente que se adapta en un mundo que se regenera: un futuro que merece la pena elegir. Sinopsis, Nueva York, Naciones Unidas.

http://www.un.org/es/sustainablefuture/

Sitio oficial de la Cumbre de Río+20 de las Naciones Unidas:

http://www.un.org/es/sustainablefuture/about.shtml

 

Ana Claudia Nepote es investigadora del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México campus Morelia/ Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, A.C.

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