EL GRAN AMOR DE UNA PEQUEÑA MADRE: CUIDADO PARENTAL EN COLIBRÍES

Escrito por Selene Asiul Barba Bedolla y Luis Felipe Mendoza Cuenca

Los colibríes son un grupo extravagante y diverso, tanto por su número de especies (c.a. 338 especies), como por la estrafalaria iridiscencia de sus plumajes y su incomparable versatilidad conductual asociada a uno de los cerebros más grandes que existen en aves. Su talla pequeña, con pesos que van de 2-24g sirve para nombrar a la familia a la que pertenecen, TROCHILIDAE del griego Trokhilos “ave pequeña”. Se encuentran exclusivamente en el continente americano, distribuyéndose desde nivel de mar, hasta altas montañas (como en los andes que podemos encontrar al colibrí más grande del mundo Patagona gigas); se alimentan fundamentalmente de néctar que obtienen de las flores y complementan su dieta con invertebrados pequeños de los que obtienen proteínas.

Sus poderosas maquinarias de vuelo, les permite ser las únicas aves capaces de volar en todas direcciones (incluyendo la reversa) o mantenerse suspendidos en el aire. En promedio baten sus alas 80 veces por segundo, que aumenta hasta más de 200 durante increíbles bailes de cortejo; alcanzan velocidades entre 50 a 95 km/h, algunas especies como Selasphorus rufus, realizan extensas migraciones de hasta 6 mil kilómetros, equivalente a volar más de 78 millones de veces el largo de su cuerpo.

Gran parte de las características de los colibríes, los condiciona a mantener altas tasas metabólicas, temperaturas corporales de 40°C, ritmos cardiacos de 600 latidos por minuto en reposo aumentando al doble en vuelo. Por lo que para sobrevivir están obligados a consumir el equivalente a la mitad de su peso en néctar cada día y no pueden pasar más de 10 minutos sin alimentarse, por lo que deben visitar decenas o cientos de flores al día. El escenario se complica aún más de noche ante la imposibilidad de alimentarse, los colibríes presentan la asombrosa capacidad de entrar en un estado fisiológico poco demandante o “torpor”; reduciendo su metabolismo, ritmo cardiaco y temperatura del cuerpo, durante el cual los individuos parecen estar en sueño profundo o incluso muertos.

Además de estos retos “normales”, las hembras asumen el 100% de la inversión parental durante la reproducción, lo que involucra construcción del nido, incubación, empollamiento y la alimentación de los polluelos. Por lo que en el Laboratorio de Ecología de la Conducta, de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo uno de nuestros temas de investigación se enfoca en entender como estas madres solteras enfrentan los retos fisiológicos-metabólicos que representan las diferentes fases del periodo reproductivo de aproximadamente 45 días de desvelos y privaciones.

Como primera fase del cuidado de las crías las hembras tienen que buscar un lugar donde armar un elaborado nido en forma de copa en menos de ocho días. La incubación de los huevos (2 promedio) dura tres semanas aproximadamente, durante las cuales la madre reduce su frecuencia de alimentación a fin de mantener los huevos a una temperatura homogénea, de no hacerlo sus hijos podrían nacer físicamente torpes como ocurre en otras aves. La elección de los materiales de construcción del nido es el segundo reto, pues una buena elección, determina la capacidad del nido para aislar los huevos de la temperatura ambiente, conservar el calor por largos periodos y permitiendo a la hembra estar el mayor tiempo posible fuera del nido forrajeando. Para ello cada especie transporta diferentes materiales que aunque dependen del hábitat en donde anidan y que en las ciudades puede incluir “hilos o estambres de mamá“, un material aparentemente indispensable y común es “tela de araña” la cual brinda estabilidad estructural y durabilidad al nido.

Una vez construido el nido, la pregunta obvia es ¿Cómo pueden mantener calientitos a sus hijos si tienen que ausentarse cada 10 minutos para alimentarse? Aún cuando todavía no conocemos el mecanismo preciso, parece que las hembras asombrosamente “calculan” la diferencia entre la temperatura del nido y del ambiente, utilizando esa información para decidir el momento y la frecuencia de sus salidas, así como el tiempo que pueden permanecer fuera del nido alimentándose. Cada madre que hemos observado incubando, presenta una notable variación en el número y duración de sus salidas de alimentación, desde pocos minutos hasta 2 horas sin salir a alimentarse. Lo que nos sugieren que la decisión de las salidas no está basada en sus necesidades fisiológicas, sino en los requerimientos térmicos de sus huevos. Dependiendo de la especie, la temperatura de los huevos en el nido puede estar entre 30 y 35 °C, pero una de las cosas más fascinantes que hemos encontrado, es que aún cuando el hábitat de anidación puede ser desde tropical hasta desértico, las hembras son tan eficientes que durante los 15 días de incubación aproximadamente, la temperatura de sus huevos durante el día cambia menos de 2°C, e incluso menos de entre 0.5 a 1°C en algunas especies.

Respecto a los retos nocturnos, nuestras evidencias en 6 especies muestran que las hembras incuban sus huevos durante toda la noche, sin entrar en letargo o reducir su temperatura corporal en ningún momento de la noche. Pero peor aún, nuestras observaciones muestran que el desgaste nocturno, no termina con la eclosión de los polluelos, si no que éstos al ser incapaces de termorregular (generar su propio calor), son empollados aún por varios días después de que salen del huevo. El enorme desgaste que implica calentar huevos y pollos de noche, hace que la primera salida de las hembras ocurra en la semi-obscuridad previa al amanecer y a una rápida reducción del empollamiento nocturno, conforme las crías desarrollan autosuficiencia térmica. Pero ese será tema de una próxima contribución.

Para Saber Más:

Torres, M.G., & A.G. Navarro Siguenza. 2000. Los colibríes de México, brillo de la biodiversidad. CONABIO. Biodiversitas. 28(5):1-6pp. http://www.biodiversidad.gob.mx/Biodiversitas/Articulos/biodiv28art1.pdf

Masters, V. C. 1981. Hummingbird incubation: Female attentiveness and egg temperature. Oecologia. 51(2): 199-205pp.

http://link.springer.com/article/10.1007/BF00540601#page-1

DuRant, S. E., A. H. William, Wilson A. F. & G.R. Hepp. 2012. Incubation temperature affects the metabolic cost of thermoregulation in a young precocial bird. Funtional ecology. 26(2): 416-422pp.

http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1365-2435.2011.01945.x/pdf

“Selene Asiul Barba Bedolla es estudiante y Luis Felipe Mendoza Cuenca es profesor - investigador del Laboratorio de Ecología de la Conducta de la Facultad de Biología. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.”

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