ARTÍCULO
Algodón y malatión, una relación tóxica
Christian Silva-Martínez y Urbano Nava-Camberos
Resumen
El uso de insecticidas de amplio espectro —como el malatión, en la agricultura moderna— ha derivado una serie de efectos adversos en el ambiente por ser considerados altamente tóxicos. Para el cultivo del algodón en México, el malatión se utiliza en aspersiones aéreas para el control de una de sus plagas de mayor importancia, generando una pérdida importante de la biodiversidad en los agroecosistemas, afectando principalmente a la fauna insectil benéfica nativa, como insectos depredadores, parasitoides y polinizadores. México se encuentra en proceso de una transición agroecológica, por lo que se deberán considerar acciones o métodos de control que sean menos dañinos para el agroecosistema, ya que el uso de este insecticida puede generar desde efectos letales hasta subletales en la fauna insectil benéfica.
Palabras clave: Algodón, insectos, malatión.
RECIBIDO: 27/06/2024; ACEPTADO: 30/10/2024; PUBLICADO: 03/11/2025
La importancia del algodón
El algodón es uno de los principales cultivos industriales. Su producción no se destina al consumo directo, sino que es transformado por la industria para su aprovechamiento y representa una fuente importante en la generación de empleos directos, desde su siembra hasta su transformación. Asimismo, es considerada la fibra textil de mayor importancia para la elaboración de prendas de vestir, ya que posee características como versatilidad, transpirabilidad, durabilidad, suavidad y ligereza que lo convierten en la fibra textil natural de mayor uso en el mundo.
Pero, ¿dónde se produce?
Los principales productores a nivel mundial de algodón son India, China, Estados Unidos, Brasil y Pakistán, únicamente en estos países se concentran tres cuartas partes de la producción mundial; México ocupa el noveno lugar. El 95 % del algodón cultivado a nivel mundial es de la especie Gossypium hirsutum, de la cual México es considerado como centro de origen y diversidad, ya que en nuestro territorio existe la mayor cantidad de poblaciones silvestres, conocida como un arbusto originario de las zonas costeras del país.
Con el proceso de domesticación se transformó en una planta que se adapta a ambientes adversos como temperaturas cálidas y estrés hídrico, con crecimiento favorable en las zonas del norte de México, además de conseguir una mayor producción y calidad de fibra para su comercialización. México produce cerca de 1.2 toneladas de algodón anual; un kilogramo de cada cien en el mundo. Los principales estados productores en México son Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Durango, que destinan una superficie aproximada de 240 000 hectáreas. Únicamente, el estado de Chihuahua aporta cerca del 80 % de la producción a nivel nacional, según información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).
Principales plagas del cultivo
El cultivo del algodón en México, como cualquier otro cultivo, presenta plagas que causan daño tanto en la calidad como en el rendimiento del cultivo, siendo las plagas de mayor importancia el Picudo del algodonero (Anthonomus grandis), Conchuela del algodonero (Chlorochroa ligata), Chinche lygus (Lygus lineolaris) y una plaga considerada como secundaria, la Mosca blanca (Bemisia tabaci). Sin embargo, en los últimos años, se han presentado condiciones favorables para desarrollar altas poblaciones de Mosca blanca, causando daños severos en la calidad de la fibra y reduciendo el precio en su comercialización, por el daño que produce al manchar la fibra. El gusano rosado (Pectinophora gossypiella) fue considerado como la plaga de mayor importancia económica a mitad del siglo veinte, causando daños de hasta el 75 % del cultivo, según información del Servicio Nacional de Sanidad e Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA).
Hoy por hoy, todo el territorio nacional se encuentra declarado como zona libre de esta plaga. Para llegar a este logro se utilizó semilla genéticamente modificada, la cual expresa una toxina de la bacteria Bacillus thuringiensis que es altamente efectiva para el control de lepidópteros, conocido como algodón BT que se introdujo en México en 1996. Rápidamente, fue aceptado por los productores por presentar mayores rendimientos y una reducción considerable en el uso de insecticidas para el control de lepidópteros.
En la actualidad, la plaga de mayor importancia es el Picudo del algodonero. El daño que produce es por alimentación de los botones florales de la planta y oviposición, generando un daño en el rendimiento, además de reducir significativamente la calidad y la resistencia de la fibra. El estado de Chihuahua, consolidado como el mayor productor de algodón en México, tiene la declaratoria de zona libre por lo que no tiene presencia de esta plaga; sin embargo, en los estados de Coahuila, Tamaulipas y Durango, se encuentran en zona bajo control fitosanitario, por lo que se llevan a cabo acciones año con año para mantener controladas las poblaciones de esta plaga debido a la cercanía que presentan estas regiones con Chihuahua y al valor de producción que aporta. Es primordial proteger el estado fitosanitario logrado en esta zona y evitar una posible repoblación de esta plaga.
Un cultivo regulado
El cultivo del algodón es regulado en México por la NOM-026-SAG/FITO-2014, la cual establece el control de plagas del algodonero, cuyo objetivo principal es establecer las regulaciones de carácter obligatorio que deberán de ejecutar para prevenir la dispersión y controlar las poblaciones de plagas que afectan al cultivo, además de implementar la Campaña Binacional de Supresión / Erradicación de Gusano rosado y Picudo del algodonero, implementada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y por el SENASICA, organismos responsables de la sanidad vegetal tanto en México como en Estados Unidos.
El protocolo de estos programas establece acciones como el trampeo y georreferenciación de toda la superficie, control cultural como fechas de siembra, acciones fitosanitarias como desvare y barbecho, así como acciones de control en donde se establecen como principal herramienta las aspersiones aéreas de malatión UBV a una concentración del 95 %, realizando aplicaciones cuando se detecta un individuo de A. grandis en trampa a una dosis de un litro por hectárea, realizando hasta 17 aplicaciones en promedio por hectárea en el estado de Tamaulipas.
Uso y efectos del malatión
El sector agrícola utiliza grandes cantidades de insecticidas con la finalidad de combatir y proteger los cultivos de plagas y enfermedades, asegurando el retorno de la inversión económica con mayor calidad y rendimientos favorables para el agricultor, sin tomar en cuenta los efectos que estos generan al medioambiente. Los insecticidas organofosforados, como el malatión, constituyen el grupo de agroquímicos más utilizado a nivel mundial, son substancias poco persistentes en el ambiente, presentan alta residualidad y son considerados como neurotóxicos, ya que inhiben a la enzima acetilcolinesterasa, provocando daño en el sistema nervioso, bloqueando los impulsos emitidos terminando con la muerte del organismo.
Aunque el malatión presenta una gran efectividad para el control de insectos, su principal defecto es que es de amplio espectro, por lo que además de causar daño a los insectos objetivo, también afecta a la fauna insectil benéfica del agroecosistema, a la vez que es considerado altamente tóxico para la salud humana.
El Malatión UBV al 95 %, tiene una dosis letal media (DL50) de 5.5 mg/kg y posee un coeficiente de impacto ambiental ecológico (EIQ) de 49.2, considerado como alto. Los efectos secundarios que puede presentar la fauna insectil benéfica, se consideran como letales, relacionados con la mortalidad que ocurre en las primeras 24 horas después de su aplicación y subletales como reducciones en la esperanza de vida, desarrollo, crecimiento de la población, fertilidad, fecundidad, cambios en el comportamiento, alimentación, búsqueda y oviposición.
Fauna insectil benéfica
En todos los agroecosistemas existe diversidad de insectos benéficos (depredadores y parasitoides), los cuales se encargan de regular naturalmente las poblaciones de insectos plaga para evitar que causen un daño económico al cultivo de interés. Las especies más abundantes en el agroecosistema del algodonero son Crisopas (Chrysoperla sp.), Chinches piratas (Orius sp.), Catarina convergente (Hipodamia convergens), Mosca sirfida (Allograpta sp.) y Escarabajo collops (Collops vittatus y C. quadrimaculatus). La biodiversidad en los agroecosistemas es indispensable; sin embargo, las acciones implementadas para el control de plagas, como el uso de insecticidas de amplio espectro y su frecuencia de uso, han impactado en una reducción en las poblaciones de la fauna insectil benéfica nativa.
El control biológico es una alternativa amigable con el ambiente que contribuye a alcanzar una sostenibilidad en el agroecosistema, obteniendo productos de mayor calidad, disminuyendo el empleo de insecticidas, incrementando la fauna benéfica nativa en cada agroecosistema, creando mayores interacciones positivas en el mismo, desde reguladores de poblaciones hasta polinizadores. En el caso específico del algodón, la fauna benéfica asociada a este agroecosistema, funciona como regulador de la Mosca blanca.
Transición agroecológica
De acuerdo con las políticas públicas, se establece la implementación de acciones agroecológicas, fomentando que el campo mexicano pueda caminar hacia una transición, como se demuestra en los diversos programas impulsados por SADER, generando un mayor interés sobre los beneficios de la agroecología, incorporando el conocimiento local y tradicional que ha demostrado eficiencia y sostenibilidad a largo plazo, ya que cada agroecosistema presenta características propias que lo definen. Un agroecosistema debería ser sustentable, capaz de recuperarse de alteraciones, adaptándose a las diferentes circunstancias, manteniendo su productividad y equilibrio de manera inherente; sin embargo, se pierde cuando se altera por manipulación humana inadecuada.
Las acciones para erradicación que establece el programa binacional pueden considerarse como agresivas con alto impacto ambiental, por este motivo, se deberían de implementar acciones que sean compatibles con los principios agroecológicos, pero que permitan el desarrollo del sector algodonero en el país, reduciendo la dependencia del uso desmedido de insecticidas, acciones orientadas en restablecer la conciencia sobre la importancia de la conservación del medioambiente para el desarrollo de generaciones futuras, sin dejar de lado las políticas públicas inclinadas hacia una transición agroecológica.
Christian Silva-Martínez. Profesor e investigador, Departamento de Agroecología, Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Unidad Laguna, Torreón. Coahuila, México.
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Urbano Nava-Camberos. Profesor e investigador, Universidad Juárez del Estado de Durango, Facultad de Agricultura y Zootecnia, Gómez Palacio. Durango. México.
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