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Durante una entrevista en el marco del programa Presencia de El Colegio Nacional en la Universidad Michoacana, a principios del presente siglo, mencionó usted haber participado en el descubrimiento de una enorme burbuja de agua en el espacio. Transcurrida una década de ese hecho, ¿cuáles son otros resultados de su labor como radioastrónomo?

Nosotros estamos muy involucrados en el estudio de la formación de las estrellas. Nos interesa saber cómo son cuando apenas se están formando, cuando están naciendo. No como el Sol que es una estrella que está a la mitad de su vida, que es una estrella madura.

En ese sentido, en el ámbito de la astronomía estelar, detectamos campos magnéticos en lo que se llama expulsiones, o “chorros” como les decimos, de las estrellas jóvenes. Hemos podido medir la magnitud de su campo magnético y su geometría, y establecido que estos dos parámetros van acordes con lo que la teoría predecía: que los campos magnéticos tenían que estar presentes en las cercanías de las estrellas jóvenes y que esto era algo que se tenía que encontrar tarde o temprano.

Usted lidera un grupo de investigadores mexicanos que están estudiando esa formación de las estrellas y los planetas ¿qué experiencias ha tenido en el transcurso de este trabajo en equipo?

Afortunadamente hemos logrado formar un grupo, no muy grande, con cinco o seis personas, algunas dedicadas a la teoría y otras a la observación, quienes hemos ayudado mucho a entender precisamente estos “chorros” que acompañan a una estrella muy joven.

Y el otro elemento -muy importante-, son los discos protoplanetarios. Contamos aquí con una investigadora teórica, la doctora Paola D'Alessio, quien tiene los mejores modelos para esto, cuyos trabajos son citados por miles de personas en el mundo que utilizan esos modelos para interpretar sus observaciones.

¿Para integrar este grupo y obtener resultados, qué se ha debido vencer o en qué sentido se ha debido caminar, dado que en nuestro país no es frecuente que lleguemos a trabajar en equipo de manera eficiente?

En efecto, en nuestro país es difícil, tanto porque somos pocos los científicos como porque no existe mucho la tradición de colaborar, tendemos a ser como lobos solitarios. Pero aquí, afortunadamente, por el tamaño del Centro y el hecho de que la mitad de las personas están involucradas en la investigación estelar, se ha dado de una manera natural, de manera mutua, con mucha confianza; así, nos invitamos unos a los otros a participar en el trabajo.

Además, los jóvenes han funcionado como factores de cohesión y de aglutinamiento, han ayudado mucho a que se mantenga este trabajo en equipo, que como bien dice usted en nuestro país no es común.

Recuerdo de aquella entrevista, que figuró en uno de los dos libros editados entonces por la Universidad Michoacana, con entrevistas similares a otros 15 miembros de El Colegio Nacional, que decía usted que la comunidad astronómica mundial es muy unida, está en contacto permanente. ¿Esto ha ayudado…?

¡También, también! En ese sentido, la astronomía es maravillosa. Cuando uno prepara algún artículo, se puede colaborar entre gente de Estados Unidos, México, Europa, Rusia… se busca entonces a la persona que sepa más que uno de algún problema, se pide su colaboración y generalmente se obtiene respuesta. ¡Esto se da muy bien!

¿Cuál es el panorama que tiene ante sí la astronomía en nuestro país?

Yo creo que es bueno. Lo que ocurre es que en otros países la inversión es enorme en nuevos y grandes instrumentos. En México no se está dando esta inversión.

Nosotros no estamos presentes de manera protagónica con nuevos instrumentos, sin embargo, de alguna manera sí los utilizamos y nos mantenemos en la vanguardia, en la frontera del conocimiento, pero los países más fuertes siguen siendo los Estados Unidos, la comunidad europea, Japón… En México tenemos sí buenos elementos humanos, pero en inversión estamos en un segundo plano.

En cuanto a inversión, pero en cuanto a resultados…

¡No en cuanto a resultados! Para nosotros, mucho de nuestro esfuerzo se va en conseguir, mediante propuestas y colaboraciones, tiempo para acceder a esos instrumentos, mientras que en otros países sus astrónomos tienen acceso de manera más natural, automática, a los grandes instrumentos que poseen.

En nuestro país no se está dando esa inversión y nos está costando, pero tenemos logros: hay una teoría astronómica muy buena en nuestro país que no depende de los instrumentos, más bien de la mente, de quienes la practican, depende de las computadoras. Y tenemos una astronomía de observación para lo cual tenemos acceso, a través de colaboraciones y convenios, a esos instrumentos. Pero no poseemos parte mayoritaria en alguno de esos grandes instrumentos, y eso representa una limitación.

Hace una década, usted y el grupo de investigadores nacionales que encabeza se encontraban en busca de concretar la participación de México en el Arreglo Milimétrico para un proyecto internacional que, se decía entonces, “dominará el campo de la radioastronomía durante la primera mitad del siglo XXI”…

Afortunadamente, con apoyo del CONACyT México pudo contribuir a un instrumento muy importante ubicado en Nuevo México, apenas cruzando la frontera con Estados Unidos. Nuestro país proporcionó un nuevo juego de receptores que captan las señales de radio y las amplifican. Fue un logro muy exitoso.

En este proyecto participaron Estados Unidos, Canadá y México. Consistió en la remoción y actualización de un instrumento que se utiliza en un conjunto muy grande, al que se le puso el nombre de Karl G. Jansky en honor del Padre de la Radioastronomía. Fue inaugurado a principios de este año, con gran reconocimiento para los tres países.

¿En este momento, están trabajando en algún proyecto semejante?

Ahora estamos tratando de utilizar estos instrumentos que ya están concluidos, y, en esto, el problema que tenemos es de falta de gente, de mano de obra, es decir, nosotros no podemos estar haciendo varias cosas al mismo tiempo. Trabajamos temporalmente en algún desarrollo tecnológico, en conseguir apoyos del CONACyT, en su instalación; y luego, el nuevo instrumento lo aprovechamos cinco o diez años, lo explotamos al máximo antes de plantearnos otra cosa.

En otros países hay tanta gente que de manera continua se avanza en los dos frentes: pensando en qué nuevas cosas hacer a la vez que se está utilizando el instrumento terminado. Nosotros tenemos un número tan pequeño de gente que nada más tenemos fuerza para buscar un desarrollo técnico o para aprovecharlo, cuando lo ideal es tener los dos frentes marchando al mismo tiempo.

Usted es pionero en radioastronomía en nuestro país… ¿en qué consiste la radioastronomía?

Cuando piensa uno en astronomía se piensa en la luz que nos llega de las estrellas y de los otros astros, esto es la llamado astronomía clásica, la visible. Sin embargo, los astros además de luz emiten otras formas de energía, en particular ondas de radio.

Esas ondas de radio nos traen información distinta a la de la luz. Además hay cuerpos que solamente emiten ondas de radio, por ejemplo los famosos “pulsares” o la radiación cósmica de fondo, que es una radiación que se produjo cuando el universo era muy joven. Esos fenómenos nada más se pueden detectar y estudiar en ondas de radio.

Así, la radioastronomía vino a ampliar mucho el panorama de la astronomía que hasta los años 30 del siglo pasado estaba reducida a la astronomía visible, a lo que ven nuestros ojos, a lo que capta la cámara fotográfica.

En aquellos años 30, los investigadores se dieron cuenta que también nos están llegando ondas de radio; luego, en los 60, rayos X, luego rayos gama, y ahora estamos estudiando el universo en todas las ventanas del espectro electromagnético, no solo la ventana visible, que es la que entendemos perfectamente porque es lo que ven nuestros ojos. Ahora, desde satélites, desde radiotelescopios y también desde telescopios, estamos estudiando al universo en todas las formas de energía que emite.

Una faceta de su actividad está precisamente en la difusión y la divulgación de la ciencia. ¿Qué le representan a usted estas acciones?

Todos los científicos, y en particular los astrónomos, tenemos la obligación de hacer difusión de nuestros resultados hacia el público, ya no solo hacia nuestros colegas -lo que también debe hacerse-, o hacia nuestros estudiantes; pero hacia el público es importante que el científico les lleve y les explique los resultados maravillosos que se están logrando, porque la ciencia es un bien público, y además a nosotros nos financia el gobierno con los impuestos de la gente.

Tenemos obligación, es un deber tratar de hacer llegar a la gente los resultados, de explicárselos en forma amena y lo más claro posible. Los astrónomos, siempre nos hemos preocupado en divulgar la ciencia.

Usted ha dicho que la gente que está dedicada al estudio del espacio trabaja para resultados de aquí a mil años. ¿Dónde están los estímulos, los incentivos, si no hay aparentemente algo inmediato?

¡No hay cosa inmediata! Yo creo que es la curiosidad de saber. Mucho de lo que el astrónomo encuentra nunca va a servir o servirá mucho tiempo después. Pero tenemos la curiosidad del ser humano que siempre quiere entender más, saber más…

Poco a poco lo que nosotros descubrimos va a tener algún uso. Por ejemplo, en los últimos 17 años se ha descubierto que muchísimas estrellas tienen planetas, y más recientemente que muchos de esos planetas son parecidos a la Tierra.

Esto servirá en algún momento, ahora no. Se diría ahora: ¿para qué, si las estrellas están tan lejos que nunca podremos llegar? Uno lo hace por el gusto de conocer, más no necesariamente el conocimiento tiene que tener aplicación práctica, si la tiene, mejor. Así es el conocimiento, se obtiene mucho pero el que es aplicable en lo práctico, que ayude al ser humano, es relativamente poco.

¿Quiere decir que los astrónomos están atentos a toda novedad que ocurra en el espacio?

¡Claro que sí! El astrónomo se guía por la curiosidad. Puede uno estar estudiando en una región del cielo una galaxia que le interesa, pero otra estrella explota, y entonces va a ello… El astrónomo se deja llevar por su curiosidad, por su gusto, y va encontrando cosas que luego son útiles. Pero toma tiempo, un ejemplo clásico es la electrónica de la que ahora tanto nos servimos, que viene de la mecánica cuántica, que en su momento era algo esotérico que se estudió a principios del siglo veinte y a lo que no se le veía uso alguno.

¿Cuáles son sus relaciones con la Universidad Michoacana?

A veces nos invitan ellos, a veces nosotros les invitamos a nuestras pláticas, y también a venir a dar pláticas aquí. También siempre procuramos que haya gente de la Universidad Michoacana en nuestros eventos, vienen a nuestras escuelas de verano y tenemos estudiantes de posgrado que proceden de la Universidad Michoacana.

Hay una relación muy cordial, con buenos resultados. Aun cuando ellos están más enfocados a la física y nosotros a la astronomía, hay un cierto traslape. Por ejemplo, el mismo doctor Villaseñor, quien está en el proyecto Pierre Auger (rayos cósmicos ultra-energéticos), un proyecto astronómico en el fondo, ha venido varias veces a actualizarnos sobre ese trabajo internacional. No se ha concretado ninguna colaboración, pero hay un conocimiento mutuo de lo que ellos hacen y lo que hacemos nosotros.

¿Desea expresar algo más sobre su labor o los resultados de sus investigaciones y de sus compañeros de equipo?

La investigación es una tarea muy bonita, siempre está uno aprendiendo cosas nuevas…Yo digo a los jóvenes que no descarten la investigación científica como una posible carrera, que no la vean como algo esotérico o muy lejano. Porque no es así, aquí tenemos un buen número de jóvenes y mayores que hacen investigación, y en la Universidad Michoacana también.

Además, sabemos que nuestro país necesita gente más preparada: más científicos, más ingenieros, más técnicos… Por eso, mi mensaje a los jóvenes es que traten de leer, que se metan a Internet, que cuando sepan de una plática de ciencia vayan y se enteren, porque es una carrera siempre llena de nuevos hallazgos, en donde uno nunca acaba de aprender.

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