JOSÉ ARNULFO BLANCO GARCÍA

Escrito por Roberto Carlos Martínez Trujillo y Fernando Covián Mendoza

Biólogo egresado de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, con estudios de maestría y doctorado realizados en el Posgrado en Ciencias Biológicas del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, ahora Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la Universidad Nacional Autónoma de México, campus Morelia.  

Actualmente es Profesor Investigador Titular A de Tiempo Completo en la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Coordinador del Laboratorio de investigación en Ecología de la Restauración y Coordinador del Jardín Botánico Nicolaita “Melchor Ocampo”. 

Cuenta con 15 publicaciones de carácter nacional e internacional. Ha presentado más de 23 ponencias en congresos y 11 conferencias a nivel nacional e internacional. Ha impartido docencia en nivel licenciatura y maestría en la UMSNH, UNAM e ITESM Campus Morelia, con materias como Ecología de poblaciones, comunidades y ecosistemas, Muestreo de comunidades vegetales, Biología general, Principios de ecología de la restauración y Manejo de recursos naturales. Ha dirigido nueve tesis de licenciatura y dos de posgrado. 

Actualmente es responsable de dos proyectos de investigación en curso: uno apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para realizar estudios sobre variación genética, nodricismo y ecología de los bosques de oyamel en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca. 

Durante 2009-2011 fue Director del Parque Estatal Cerro Punhuato en Morelia, Michoacán y tuvo a su cargo la responsabilidad de establecer el Jardín Botánico Cerro Punhuato. También ha acumulado varios años de experiencia en el tema de conservación y restauración de Áreas Naturales Protegidas de carácter estatal.

Entre sus líneas de investigación, destacan las de restauración ecológica, propagación de especies de plantas nativas con fines de reforestación y restauración ecológica, de especies arbóreas en peligro de extinción, elaboración de programas de restauración ecológica, inventarios de biodiversidad y de manejo de áreas naturales protegidas.

¿En qué consiste la restauración ecológica y cuál es su importancia para México?

Consiste básicamente en implementar estrategias y acciones, para recuperar ecosistemas degradados. Es una actividad muy ambiciosa cuyas metas han ido cambiando con el paso del tiempo. En este momento la restauración ecológica está muy de moda, porque apenas recién nos hemos hecho conscientes del nivel de degradación que hemos infringido a nuestro planeta, a nuestro país. 

Nos hemos dado cuenta de que no solo hemos perdido plantas, animales, suelos, sino de que, también perdemos servicios vitales, como la provisión con calidad de agua, de suelos fértiles, de aire. Es así que el ser humano ahora ha echado mano de la restauración ecológica, tal vez pensando que esto le va a resolver el problema. Por eso, es importante para México. 

¿Por qué se utilizan especies nativas para reforestación y restauración ecológica y no especies de otros lugares?

Especies de otros lugares siempre se han utilizado desde hace mucho tiempo en estas actividades. Es reciente la conciencia de utilizar especies nativas porque están más adaptadas a las condiciones locales de donde se quiere hacer restauración y representan un riesgo mucho menor de convertirse en especies problemáticas o invasoras. Difícilmente cabría meter una especie exótica que no formaba parte original del ecosistema degradado.  

¿Qué especies arbóreas se encuentran en peligro de extinción en Michoacán y en general en México?

Hay una gran cantidad de especies arbóreas que están en peligro de extinción. Si se consulta la norma oficial mexicana 059 de la Semarnat, que enlista la flora y la fauna en categoría de riesgo, se ve que hay muchas cactáceas y orquídeas y que, en el grupo de los árboles, también hay varias especies en esa categoría. 

En Michoacán, por ejemplo, está el zapote prieto (Diospyros xolocotzii) de La Minzita, un árbol descubierto en 1987 para la ciencia por el maestro Xavier Madrigal. Sucedió hace 30 años y solo está registrado para la región de La Minzita, pero se han encontrado unos individuos en los límites con Guanajuato ¡Y son todos! Hay menos de 50 ó 60 individuos en todo el planeta. 

En la cuenca de Cuitzeo tenemos varias especies de bosque mesófilo, como el sirimo (Tilia mexicana); también en la cuenca de Cuitzeo están la Cedrela dugessii, o nogalillo, y una leguminosa, Albizia plurijuga o Albizia occidentalis, que también están en la norma oficial mexicana en alguna categoría de riesgo. 

En otros ecosistemas de Michoacán, como las selvas bajas y bosques espinosos, está el guayacán (Guaiacum coulteri), una especie  ornamental que se usa para embellecer los pueblos en las partes más secas de tierra caliente. En las selvas medianas, en la Depresión del Balsas y en la vertiente de la Sierra Madre del Sur hacia la costa, hay también especies del género Platymiscium o Dalbergia, conocidas como granadillos y zangalicuas, ambas muy valoradas y extraídas como maderas preciosas. Tenemos en categoría de riesgo una buena cantidad de especies arbóreas, aproximadamente 40.

¿Cómo se determina cuáles son las áreas naturales que se deben proteger en nuestro país?

La historia de las áreas naturales protegidas (ANP) en nuestro país es muy compleja. Comenzó por decretarse parques -áreas de superficie relativamente pequeña-, sobre todo por su importancia turística. La visión actual ha cambiado, ahora se pretende ya no solo protegerlas por ser turísticas, sino que se decretan zonas que tengan amplios gradientes ambientales (de climas, suelos, vegetación, etc.), especialmente donde haya varios tipos de vegetación en buen estado de conservación; en zonas de mucho mayor tamaño, miles o decenas o centenas de miles de hectáreas, donde se puedan dar procesos genéticos en un contexto evolutivo también y –claro-, de conservación de la biodiversidad. El esquema ha cambiado muchísimo. 

¿Qué aspectos se consideran para elaborar un programa de manejo de un área natural que se desea proteger?

Es un instrumento básico para que las áreas protegidas funcionen. Tradicionalmente, se pensaba que con tan solo emitir un decreto automáticamente, el área se iba a conservar, pero no ha sido así. La historia de la conservación en México nos ha enseñado que eso no funciona, porque los decretos casi siempre fueron hechos de manera unilateral, sin conciliarlos con los propietarios de los terrenos. Este esquema de protección ha sido casi siempre muy agresivo para ellos y producía un efecto contrario: la gente se sentía agraviada porque alguien venía de fuera a decirle, esto es área protegida porque hay plantas y hay animales relevantes, y ahora no vas a poder extraer. Este hecho resultó contraproducente. 

Los programas de manejo sirven para delinear las acciones que están permitidas y las no permitidas dentro del ANP. Los puede elaborar la dependencia de gobierno encargada de las áreas protegidas, o a veces mediante servicios de consultoría con personal especializado. Ahora, el programa de manejo se elabora de manera participativa con los propietarios de los recursos, con la parte gubernamental, quien administra el área protegida, y con la parte de la investigación, donde  tenemos información muy valiosa. 

Usted ha sido un pionero en los estudios de conservación ambiental y director del Parque estatal Cerro del Punhuato, una reserva ecológica importante para la ciudad de Morelia ¿Qué estudios se realizan aquí? ¿En qué recae la importancia de mantener esta reserva ecológica?

Tuve la oportunidad de estar hasta el final del 2011 como director de ese parque estatal. Es un área natural protegida con solo 118 hectáreas, que no obstante, ¡son importantísimas para la ciudad de Morelia! 

Lo explico: Esta ciudad tiene un serio problema, al igual que casi todas las ciudades de mediano y gran tamaño, pero aquí es más exacerbado, ya que Morelia ha tenido un crecimiento urbano muy desordenado, sin planeación y cometiendo un gran error al crecer sin una política de planeación y gestión de áreas verdes. 

Por áreas verdes, no me refiero a jardineras o a camellones, sino a plazas grandes arboladas, a parques urbanos dentro de la ciudad que no solo tengan fines estéticos, sino que presten servicios ambientales, regulen el clima, le brinden recreación a la gente, que sirvan de refugio de fauna. De esas áreas no tenemos en Morelia. Dentro de la ciudad está el bosque Cuauhtémoc y paremos de contar. 

Entonces, el cerro del Punhuato cumple una función importantísima porque es un área de refugio para mucha fauna. En ese sitio colegas míos investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo han encontrado más de 130 especies de aves, algo muy importante porque es una cifra muy cercana a casi la tercera parte de las aves de Michoacán, que están concentradas en un espacio súper pequeño. Igual, en el cerro del Punhuato hay más fauna y mucha flora. Esta área brinda servicios ambientales para la ciudad como protección contra la erosión, mantenimiento de servicios hidrológicos, servicios de recreación y amortiguamiento del clima. Protegerlo y restaurarlo es importantísimo.

 ¿En qué otros proyectos de restauración ecológica participa?

Tengo varios años de experiencia en la restauración ecológica. En Nuevo San Juan Parangaricutiro, una comunidad indígena muy conocida, que ha sido premiada internacionalmente por el manejo forestal, que realiza con un enfoque comunitario, han diversificado el uso del bosque. Cuando yo estaba en mis estudios de posgrado colaboré con ellos en restauración en ecosistemas muy adversos para establecer reforestaciones, como los arenales remanentes de la erupción del volcán Paricutín de 1943 a 1952, sitios planos con dos metros de arena completamente negra que logramos revegetarlos, porque la comunidad indígena quería tener un bosque para después aprovecharlo. 

También tengo experiencia en revegetación de zonas altamente erosionadas (cárcavas) al sur del municipio de Morelia en la micro-cuenca de Atécuaro, donde tenemos experimentos para detener procesos erosivos y empezar a formar nueva cobertura vegetal. 

Igualmente, experiencia en investigación en ambientes suburbanos como el del cerro del Punhuato, donde en una zona cercana a la ciudad hemos estudiado el cambio de las trayectorias climáticas con el paso del tiempo, ya que hoy, para restaurarlo, ya no podemos establecer especies templadas, sino hacerlo con especies tropicales, porque cada vez hace más calor en la ciudad. 

Ahora estoy más de lleno haciendo investigación sobre la ecología de los bosques de oyamel que son el hábitat invernal de la mariposa monarca, mediante un proyecto de ciencia básica en el Conacyt. Estamos evaluando la factibilidad de adaptar a esta especie de conífera al cambio climático, ya  que se predice que este fenómeno ocasionará la desaparición o transformación de estos bosques. 

Respecto de este proyecto de investigación en la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, que es apoyado también por la Coordinación de la investigación Científica de la Universidad Michoacana ¿qué más puede decirnos de sus objetivos y metas?

Es un proyecto muy complejo, novedoso, vanguardista. Recientemente con el Dr. Cuauhtémoc Sáenz-Romero del IIAF (Instituto de Investigaciones Agrícolas y Forestales de la UMSNH) nos hemos percatado de signos de decaimiento (enfermedades, plagas, estado de salud no adecuado) en los árboles de oyamel de la reserva y creemos que son indicios de que es muy sensible al cambio climático. Eso ocurre en todo el planeta, no todas las especies responden igual, unas lo hacen de mejor manera y otras, en cambio, muy rápidamente han resentido los efectos de incrementos en la temperatura promedio anual. Una de ellas es la del oyamel, y es una de las razones por las que fracasan las reforestaciones.

 

Las masas forestales adultas están visiblemente afectadas por plagas y  enfermedades. Hay serios problemas, y creemos que desde la parte científica podemos dar alternativas de cómo hacer que puedan persistir estos bosques por más tiempo en la reserva, porque parece que están condenados a transformarse en otras comunidades vegetales mixtas.

 

¿Además de su proyecto, qué otras acciones conoce para conservar esta reserva de la biósfera de la mariposa monarca?

La reserva es un caso muy complejo con mucha historia de conservación, y de conflictos también. Desde que su inicio es un ejemplo de  una reserva que fue decretada sin conciliar con los dueños de los terrenos. Ahí, de repente resultó que por un fenómeno migratorio –carismático e impresionante-, de una mariposa viajando cada año 4 mil  kilómetros, pues a la gente se le prohibió talar, extraer musgo y  otras cosas más. Esto tuvo un efecto contraproducente.

 

La reserva de la biósfera mariposa monarca es una de las que ha recibido más recursos desde que fue decretada a mediados de los 80´s. Hay una historia larga, muchas instituciones de investigación trabajando ahí, igual muchas organizaciones no gubernamentales (ONGs) que canalizan recursos financieros nacionales e internacionales y los aplican en trabajo comunitario, en programas de reforestación, de empleo temporal, etc. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, a través de la Dirección de la Reserva, ofrece recursos e incentivos para la conservación de la biodiversidad. Dependencias como la CONAFOR y la COFOM aplican extensos programas de reforestación y restauración. Hay una gran cantidad de personas e instituciones trabajando temáticas muy diversas.

 

¿Qué le preocupa en este momento a la gente que trabaja en el área de la monarca? Por ejemplo, un programa sobre el agua, porque  hay escasez para las comunidades locales, disminución de agua que también se está reflejando en la salud de los bosques, y nos explica los procesos de mortalidad de árboles que estamos observando. Esto es preocupante y está siendo estudiado, entre otros temas, por muchas personas.

 

¿Qué es un Jardín Botánico y qué particularidades tiene el que se está desarrollando en la Facultad de Biología de nuestra Universidad?

Es una colección de plantas vivas. Como siempre lo digo, es como ir al zoológico, donde en lugar de ver animales, vemos plantas vivas, aprendes de ellas, conoces sus nombres comunes y científicos, sus usos y  lugares de procedencia.

 

Tienen temáticas diversas, los hay administrados por instituciones académicas que son meramente colecciones taxonómicas y reservorios de germoplasma de especies de plantas. Hay otros con temáticas más variadas, algunos buscan también rescatar el tema de la etnobotánica, el conocimiento tradicional de las plantas con base en los usos que les han dado las personas. Nuestro jardín botánico en la Facultad  de Biología, ha sido un proyecto que hemos tenido por varios años aquí, que por falta de infraestructura básica no se había podido desarrollar. Se ubica en cuatro hectáreas de un campus de la facultad.

 

En éste, vamos a tratar de recrear la topografía del estado de Michoacán: La Costa, la Sierra Madre del Sur, la Depresión del Balsas, el Eje Neo Volcánico y el Bajío Michoacano. Aparte, tenemos pensado recrear la vegetación arbórea original que tenía cada una de las zonas topográficas de la entidad. Adicionalmente, vamos a tener colecciones pequeñas de etnobotánica, recoger un poco de la historia de cómo algunas comunidades de Michoacán se han vinculado con las plantas: sus usos alimenticio, ornamental, religioso, medicinal. Hacía allá va nuestro jardín botánico. Después de muchos años, por fin tenemos energía eléctrica y eso va a detonar muchos procesos de construcción de infraestructura. Yo espero, tal vez a más tardar en cinco años, tener un jardín botánico establecido, funcionando y recibiendo público.

 

¿En qué pueden ayudar los ciudadanos para colaborar en la protección de las áreas naturales?

Esto es importantísimo. Visualizamos a las áreas naturales protegidas simplemente como lugares de esparcimiento, no  muy conscientes de los otros servicios que prestan. La academia y el gobierno, tendríamos que hacer un esfuerzo por hacer que la gente salga de su casa y se vinculen con ellas. Las áreas protegidas son un reservorio de biodiversidad y si nos damos tiempo, la experiencia en contacto con la naturaleza es algo muy reconfortante y educativo: conocemos, hacemos ejercicio, nos relajamos.

 

¿Cómo podrían colaborar? No solo con programas de reforestación, que es como más participa la ciudadanía. Se requiere vigilancia ambiental, programas de educación y capacitación ambiental, brigadas de limpieza. Cualquier esfuerzo que sirva para ayudar a que estas áreas naturales sean más conocidas y valoradas, es más que suficiente.

 

¿Gusta agregar algo?

Nos encontramos en el Laboratorio de Ecología de la Restauración, yo lo coordino y su objetivo es generar información que sirva para mejorar los procesos de recuperación ambiental. Tristemente, al parecer, ingenuamente y tal vez con irresponsabilidad el ser humano esté pensando: ya degradamos el planeta, pero no importa porque hay algo que se llama restauración que como una varita mágica va a aparecer de nuevo bosques y ríos limpios. No es tan sencillo.

 

Las experiencias de restauración en sitios muy degradados nos están diciendo que no es nada sencillo. Varios de los experimentos de restauración están terminando en resultados no esperados. Hemos degradado tanto los ecosistemas que no van a responder tan rápido, por más que hagamos estrategias y apliquemos medidas de intervención para recuperarlos. Es más eficiente y barato conservar los ecosistemas.