Cuando estudiamos con el celular y la tele encendida, ¿estamos construyendo conocimiento?

Escrito por Rodrigo Pardo-Fernández

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¿Cómo llamar a la experiencia de leer un libro en una pantalla digital, escuchando un podcast sobre el mismo tema y whatsapear al mismo tiempo con compañeros de clase? Eso es lectura entre distintos medios que amplían los límites de una historia o idea base; a esta lectura ampliada la llamamos transmedia, y nosotros somos translectores porque somos capaces de conocer e interpretar a partir de la información que nos llega desde distintas partes.

La experiencia transmedia ofrece y depende de un cierto grado de participación activa por parte de quien la lee, la interpreta y participa en ella. Una adolescente lee una novela de Harry Potter mientras ve una de las películas en la pantalla de su computadora y googlea a Emma Watson en su papel de Hermione, a la vez que chatea con sus amigos sobre la experiencia y busca en internet dónde comprar una varita mágica. ¡Uf!, y todo al mismo tiempo, y es algo cotidiano de cualquier momento, en cualquier casa.

La novela, la película, la información de internet y los chats son contenidos, ya que contienen información compuesta por distintos códigos: con palabras, con imágenes, con sonido, con movimiento. Y la adolescente fanática de Harry Potter no es dispersa, aunque parezca lo contrario: es capaz de integrar todos esos contenidos. Dicho de otro modo, es una translectora que ha desarrollado la capacidad de crear significados a partir de la interpretación de distintos códigos y medios físicos, así como virtuales al mismo tiempo. Y toma la iniciativa: no solo consume, sino que produce contenidos. Además, no solo lee o escucha o visualiza: construye conocimiento.

Es importante entender que la experiencia transmedia se da a partir de distintos medios, pero no necesariamente digitales o tecnológicos. Antes de que Higgins definiera lo transmedia en 1966, ya se daba este tipo de experiencias de seres humanos frente a distintos contenidos, en la calle, en la escuela, en la casa, en la plaza pública, en la iglesia. Desde hace siglos, los seres humanos consumen contenidos a la vez y construyen conocimiento a partir de ello en todos estos espacios y en muchos otros.

Imaginemos que caminamos en medio del mercado prehispánico de Tlatelolco. Alrededor de la plaza hay piedras grabadas con dibujos que cuentan la historia de los dioses y otras con la descripción de rituales; se oyen los gritos de vendedores que venden carne de venado e iguana; hay aves en jaulas de carrizo que cantan; grupos de personas conversan sobre temas del momento. Estamos cruzando en medio de todos estos mensajes, y todo lo apreciamos al mismo tiempo, se suman las palabras con las imágenes, los sonidos y el movimiento de animales y personas.

Y con todo eso construimos una idea de qué es el mercado, qué significa para nosotros. Es una experiencia transmedia donde se amplía el significado del mercado como lugar de compra-venta de mercancías a partir de una vivencia en la que no solo somos espectadores, sino que participamos de manera activa.

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Esto mismo sucede ahora, pero sumándole los medios tecnológicos que ya son parte de nuestro día a día. De esta manera, en tiempos de la pandemia, se ha vuelto algo cotidiano pasar un rato de ocio viendo una serie en streaming mientras navego por internet y escucho música, entre otras muchas posibilidades.

Algo similar sucede con la divulgación científica, en el modo en el que se comunica la ciencia. Descubrimos páginas web donde hay entrevistas en audio, textos para todo público, fotografías científicas y de personas investigando, podcasts, hipervínculos y videos interactivos sobre un mismo tema o temas similares. Con toda esta información integramos un conocimiento en redes a partir de distintos medios y códigos.

Nosotros somos translectores (sí, ustedes que leen este texto mientras hacen otras veinte cosas, y quienes lo escribimos): consumimos y producimos contenidos, es decir, información. Al mismo tiempo que leemos varios textos escritos, en video, en audio o en otros soportes, todos como una unidad, hacemos cosas, escribimos, sacamos fotos, compartimos información, y en ese proceso comprendemos de una manera diferente. Esta es la idea sobre la que vamos a pensar las cosas, buscar comprender qué es esto de la narrativa transmedia y cómo se relaciona con nuestra vida cotidiana. Cuando tenemos una experiencia transmedia, la forma en que conocemos es creando redes. Conectamos unas ideas con otras que forman parte de un universo de conocimiento. Y además producimos nuevos contenidos que se suman a esta red expandida.

 

¿Cómo se aplica esto a la hora de estudiar, por ejemplo, para un examen de historia?

Avisamos a la familia que vamos a estudiar historia, y que además vamos a apoyarnos en un video de YouTube. Colocamos en la mesa nuestra libreta del curso con los apuntes de clase, las copias subrayadas del libro que nos dejaron leer sobre la Revolución francesa y nuestro celular con el chat de los cuates abierto para estudiar en línea. Encendemos el televisor, ubicamos el documental que nos recomendaron y le ponemos PLAY.

En ese momento tenemos a la mano cuatro canales de comunicación, cada uno de ellos con contenidos diferentes: 1) nuestros apuntes, escritos a partir de la clase pero que incluyen comentarios propios y uno que otro dibujito; 2) las copias que hemos leído y anotado, destacando lo más importante de las ideas del autor; 3) el celular para platicar, comentar, apoyarnos y resolver dudas con los compañeros de la escuela; y 4) el documental en streaming que se presenta como un contenido audiovisual.

Mientras pasan los créditos, platicamos por mensajes con una amiga sobre el tema: Es horrible eso de la guillotina, pero piensa cómo todo empezó por la falta de comida en Francia. ¿En serio? Y el documental comienza una parte introductoria que se parece mucho a lo que tenemos en los apuntes. Sí, la fecha ya la teníamos anotada, menos mal. Y luego comienzan a hablar de distintos personajes que están señalados en las copias: Mejor lo checamos a ver cómo se escriben. Y vemos que la amiga del chat ha comenzado una discusión sobre quién era más chido, si Danton o Robespierre.

Adelantamos el documental hasta que aparecen sus nombres, y hasta una imagen de ellos, y revisamos los apuntes y vemos cómo se dividía la Asamblea Nacional francesa entre derecha e izquierda: ¡Ah, de eso se trata! Alguien chatea que a María Antonieta la guillotinaron y alguien más añade que en el documental dice que lo mismo pasó con Danton, y hasta con el inventor del aparato escribe alguien: No, no es cierto —escribe otro que lo buscó en internet—, y decidimos seguir viendo el documental para saber más. Al final, tenemos una idea de la Revolución francesa compuesta por diversos contenidos de distinto origen.

Para muchas personas lo que estamos haciendo es distraernos, dejar de prestar atención a una sola cosa. Piensan que no estamos estudiando ni aprendiendo nada. Pero veamos a detalle cómo ha sido el proceso transmedia. Participamos de distintos medios y contenidos al mismo tiempo, con información complementaria e incluso contradictoria. Cada uno de estos contenidos nos daba un fragmento, por ejemplo, si pensamos en el documental, al que se suma una historia que leímos en nuestros apuntes, que se iba reafirmando con lo que se escribía en el chat con los cuates y que, con lo que leímos en las copias que nos dio la profesora, iba creciendo hasta darnos una idea más completa de un periodo de la historia. Entonces, al final del día, somos translectores porque podemos, al mismo tiempo, leer e interpretar distintos contenidos, digitales o analógicos, y además conectarlos. Así que si nos preguntamos si estamos construyendo conocimiento la respuesta es sí, por supuesto que sí.

Este proceso de conocer en red es algo que nos interesa estudiar, a fin de valorar la profundidad de ese conocimiento y cómo se configuran los modelos en nuestro cerebro que nos permiten construir y crear nueva información. Además, nos interesa mucho saber cómo participan otras redes, de nuestro grupo social y de nuestra cultura, en el aprendizaje de esos contenidos y la creación de otros nuevos.

Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión; quizá en un podcast, o en un video, o en un cartel. Ya se verá.

 

 

Para Saber Más: 

Higgins D. (1965). Intermedia. Something Else Newsletter, 1(1), 23-28. https://muse.jhu.edu/article/19618/pdf

 

Aguerre N. (2019). Arte y Medios: Narrativa transmedia y el translector. Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos, 72, 16-31. http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S1853-35232019000200016&script=sci_abstract&tlng=pt

 

Rodrigo Pardo-Fernández. Facultad de Letras, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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